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Godfrey no permanecía insensible a los esfuerzos de aquel cariño, y no era injusto respecto a los motivos de la obstinación de Nancy. Era imposible que hubiera vivido con ella quince años, sin saber que los rasgos principales del carácter de su mujer eran un apego desinteresado a lo que es justo y una sinceridad pura como el rocío formado sobre las flores.

Es el más aleatorio de los juegos decía, que sólo tiene excusa por el valor, el número, el ardor y la sinceridad de las ilusiones que en él se ponen y que no resulta divertido más que cuando de una y otra parte se juega fuerte.

Adriana, para demostrarle que tampoco ella había puesto nada en olvido, le repitió algunas palabras que dijera Julio en aquella ocasión. Y se maravillaba de su propia sinceridad. ¿Sabe usted, agregó, que me dejó sorprendida la seguridad suya cuando se puso a imaginar el elogio de mi alma? Y le pareció advertir de nuevo, como entonces, que brillaba el amor en la mirada de Julio.

En una de ellas, es decir, de las idas al balcón, le preguntó Nieves, en crudo como solía: ¿Por qué se puso usted colorado en el pinar cuando le pregunté si conocía a las Escribanas? Leto se alegró en el alma de que la noche fuera tan obscura como era, porque así no se desvirtuaría la sinceridad de la respuesta con la sofoquina que le había causado lo extraño de la pregunta.

Como es un pueblo nuevo, que acaba de entrar en la vida pública de las naciones, tiene alguna sinceridad política que sirve para que se practiquen en parte las formas representativas de su vida constitucional, único modo de que el Imperio subsista.

Estaba seguro de que opinaba como yo, ella que era prototipo de prudencia, de rectitud, de sinceridad, y no obstante vacilaba en darme la razón porque se preguntaba, sin duda, si cuando yo decía muchas cosas verdaderas no ocultaba alguna.

Sentados en las blandas almohadillas de un diván, los dos amigos encendieron sus cigarros en silencio, y luego el marino, sin petulancia, con una sinceridad admirable, reanudó su relato: Pues Carmencita me quería, chico; ¡vaya una tentación!

Era muy soberbio, y el amor propio descollaba en él sobre la conciencia y sobre los sentimientos todos; de manera que nada le molestaba tanto como verse y reconocerse inferior a su mujer. Cuando, media hora antes, prometió confesar sus faltas, hízolo movido de orgullo, para engalanarse con la sinceridad, a la manera del fatuo que se da tono con una cruz.

Sin embargo, he murmurado, he estado descontento porque me faltaba otro bien, como si lo mereciera. Jamás faltasteis a vuestro deber para conmigo, Godfrey dijo Nancy con una sinceridad tranquila . Mi sola pena desaparecerá si os resignáis a la suerte que os ha tocado.

Claramente se lo dijo ella, con expresiva sinceridad en sus ojos, que nunca engañaban. «Haz lo que quieras. Eres libre como el aire. Tus trapisondas no me afectan nada». Esto no era palabrería, y en las pruebas de la vida real, vio el Delfín que aquella vez iba de veras.