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Actualizado: 27 de junio de 2025


Yo debo manifestar dijo Ponte con honrada sinceridad , que no hace muchos días, pasando yo por la Plaza del Progreso, la vi sentada al pie de la estatua, en compañía de un mendigo ciego, que por el tipo me pareció... oriundo del Riff».

Reuniólos en su posada, y los convidó á cenar, poniendo por condicion que hiciese cada uno de ellos juramento de contar con sinceridad su propia historia, y prometiendo escoger al que mas digno de compasion y mas descontento con justicia de su suerte le pareciese, y dar á los demas una gratificacion.

Al escuchar su respuesta creyó que algo acababa de pasar ante el sol, velando momentáneamente su luz. Fué como una nube que se deslizaba sobre la tierra y sobre su pensamiento esparciendo una sensación de frío. A él también le quiero. Lo dijo mirándole como si implorase su perdón, con la sinceridad dolorosa de un alma que ha reñido con la mentira y llora al adivinar los daños que causa.

El orgullo de Clementina padeció aún más por la inocencia y sinceridad con que fueron pronunciadas. Ambos contemplaron el retrato en silencio algunos segundos. En los ojos de Raimundo temblaban dos lágrimas. La dama dijo al cabo: ¿Qué edad tenía su mamá? Cuarenta y un años. Yo tengo treinta y cinco replicó con mal disimulada satisfacción. Raimundo volvió hacia ella la vista.

Para nosotras, mujeres, el experimento es demasiado arriesgado. Y, en general, mientras más se prueba, menos se cree. Demasiado tiempo he vivido fuera de las leyes para que todavía pueda esperar volver a ellas. Usted no quiere creer ahora esto, y su duda es sincera; pero más tarde lo creerá, con sinceridad igual.

Usted, que se juzga así; usted, que tiene una mirada tan clarovidente, ¿no sabe que por su rectitud, por su sinceridad, por su humildad, es una criatura selecta, digna de reverencia? ¿No sabe usted que la vida lo contamina todo? ¿Hay algo en el mundo que esté exento de errores? ¿Y siendo así, cree usted que la diferencia entre los errores breves y los mayores importa mucho?

»La mujer se callaba. El marido me dijo, si no recuerdo mal, algo como esto, y muy conmovido: » Señora mía, yo la compadezco a usted con todo mi corazón; yo no dudo de la sinceridad de cuanto nos dice; yo la creo a usted capaz de todo lo que promete, y la aseguro que haría los imposibles por poner las cosas en donde debían estar, si las cosas esas tuvieran remedio a la hora presente; pero con estos mis buenos deseos, que son los de mi mujer, créame, aunque no lo parezca así...

Si tomo estas precauciones, Mathys, es solamente para preservaros de un gran peligro. No podré, sin duda, ser vuestra mujer; pero me habéis demostrado afecto, y quiero demostraros, al menos, que soy agradecida. ¿Que no podréis ser mi mujer? ¡Oh! os juro, Marta, que me han calumniado. Yo así lo creo, señor, y me lo va a demostrar la sinceridad de vuestras palabras.

Sobre la sinceridad la mentira, sobre la fe la duda, sobre la caridad el egoísmo, sobre el amor la hipocresía.

En cambio yo pensaba que era posible ganar el corazón de un joven dedicándole un cariño apasionado, alentando y protegiendo sus esperanzas; creía que el afecto desinteresado de los viejos debía engendrar el respeto y consideración de los jóvenes. Eso no lo creía usted. La cualidad que más he estimado siempre en los hombres y por tanto en mismo es la sinceridad.

Palabra del Dia

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