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Actualizado: 5 de noviembre de 2025


Sólo Teobaldo guardó su compostura, y nos dijo moviendo la cabeza: »¡Eso que es extraño! »A estas palabras, nuestra alegría creció de pronto. »No se rían ustedes... nos dijo con gran seriedad y sangre fría. Debo ser el más razonable de los tres... y soy el más débil y supersticioso... Lo que acaban de decirme me ha impresionado, y a mi pesar no puedo dejar de creerlo. »¿Por qué? le interrogué.

¿Y ese valor, y el pequeño? preguntó alzando la sábana y la manta y sacando del tibio rincón donde yacía, un bulto, un paquete, un pañuelo de lana, entre cuyos dobleces se columbraba una carita microscópica amoratada, unos ojuelos cerrados, unas faccioncillas peregrinamente serias, con la seriedad cómica de los recién nacidos.

El Vara de palo se sentó, mirando con asombro a Gabriel. Le alarmaba su seriedad inexplicable, el silencio prolongado, en el que parecía coordinar sus pensamientos, cual si no supiera cómo empezar... ¡Habla, hombre! ¡Rompe de una vez! Me tienes intranquilo. Hermano dijo Gabriel con gravedad , bien sabes que he respetado ese misterio de tu vida con el que me encontré al volver aquí.

Y no era posible explicarse más, porque la tertulia se enzarzó y vinieron otros amigos que empezaron a reír y a bromear, tomándole el pelo a Federico Ruiz con aquello de los castillos y preguntándole con seriedad si los había estudiado todos sin que se le escapase alguno en la cuenta. Después la conversación recayó en la política.

Merece observarse también, que en algunas de estas composiciones ofrece Calderón personajes, con el objeto, según parece, de burlarse con seriedad de su artificioso estilo gongorino. Tales son, por ejemplo, los de Beatriz y Moscatel en No hay burlas con el amor.

No tienen seriedad decía el senador . Parecen páginas de una novela. Pero, hombre, ¿qué le hubiera costado poner unas cositas al pie?... Cuando el libro estuvo impreso, el marqués hizo un nuevo encargo a Maltrana. El jefe del partido, que había de escribir el prólogo, entreteníale con excusas, sin cumplir su promesa.

La extraña doctrina que acabo de exponer, idéntica en Buckle y en Peñalosa, no puede refutarse o censurarse con ironía. Es menester desecharla con seriedad. No es asunto de burla. No. La riqueza y la prosperidad y la cultura no acuden a los pueblos, porque los pueblos abandonen a Dios y maten o vendan a sus príncipes.

Doña Paula y Gonzalo sonrieron. Este dijo en voz baja: ¡Qué pelo tan hermoso! Ventura lo oyó, y dijo sacudiéndolo: Es postizo. Todos se echaron a reir. ¿No lo cree usted? preguntó con seriedad y acercándose. Tire usted. Verá cómo se le queda en la mano. El joven no se atrevió, y continuó sonriendo. Tire usted, tire usted insistió ella volviendo la espalda y metiéndole el pelo por la cara.

El señor de Maurescamp, extremadamente pálido, miraba a de Sontis y esperaba. El oficial de cazadores vacilaba, interrogando con seriedad los ojos de Juana. Y bien díjole. ¿De qué tiene usted miedo? No vaciló más; tomó el cigarro que le presentaba la joven y lo puso entre sus labios.

Pasaba mucho tiempo así, el niño-hombre mirando a su madre, y derritiendo lentamente la entereza de ella con el rayo de sus ojos. Jacinta sentía que se le desgajaba algo en sus entrañas. Sin saber lo que hacía soltó un botón... Luego otro. Pero la cara del chico no perdía su seriedad.

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