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Actualizado: 5 de noviembre de 2025
A su cabecera tiene a un hombre bien vestido, un bastón en una mano, una receta en la otra: o la tomas, o te pego. Aquí tienes la salud, parece decirle, yo sano los males, yo los conozco; observa con qué seriedad lo dice; parece que lo cree él mismo; parece perdonarle la vida que se le escapa ya al infeliz. No hay cuidado, sale diciendo; ya sube en su bombé; ¿oyes el chasquido del látigo? Sí.
Estaba tan gracioso que, a pesar de la repugnancia que me inspiraba aquella farsa burlesca que era una profanación, no podía guardar mi seriedad ante aquella cara mofletuda, aquella nariz arremangada y aquellas muecas de compunción. La risa me retozaba en los labios, y puedo asegurar a usted, señor cura, que contra mi voluntad.
Las facciones de aquel rostro se acercaban al canon griego y casaba muy bien con ellas la dulce seriedad de la fisonomía. En esta figura larga, pero no sin gracia, espiritual, no flaca, solemne, hierática, todo estaba mudo menos los ojos y la dulzura que era como un perfume elocuente de todo el cuerpo. Era la doncella de doña Paula, Teresina. Dormía cerca del despacho y de la alcoba del señorito.
Andrés era el padre grave de la reunion; el padre grave por la seriedad de su cara, por lo reposado de su voz, por la entonacion verdaderamente forense con que ya entónces explanaba sus originales teorías sobre arte, sobre política, sobre religion y sobre todo.
Su habitual seriedad se convirtió en aspereza de carácter, el desabrimiento se hizo luego tiesura, y en poco tiempo experimentó una transformación, tanto más fácil de apreciar, cuanto más inesperada y rápida.
Porque en todo este juego, los ratos felices y las horas desdichadas se compensan; y sabiendo jugar, hasta la misma pena suele dejar en la memoria una dulzura... El continuo velo de malicia había caído de su cara y hablaba con una seriedad graciosísima.
¡Ved lo que decís!... ¡ved lo que decís, doña Carolina! exclamó la camarera mayor anonadada por aquella imprudente revelación, y creyendo encontrar en la misma una causa hipotética de la desaparición de la reina de sus habitaciones. A nadie lo diría más que á vos, señora dijo con una profunda seriedad la joven ni os lo diría á vos, si hasta cierto punto no tuviese pruebas. ¡Pruebas!
Continúo: teniendo, pues, mucho más talento que mi tía, me ha de ser fácil atormentarla de palabra. Anoche me he comprometido conmigo misma a fastidiarla y he tomado a la luna y a las estrellas por testigo. Hija mía díjome con seriedad el cura, no me quieres oír, y te arrepentirás.
La mitad de la culpa por lo menos la tendrá usted, señor marqués exclamó . ¿Quiere usted hacerme favor de un cigarrito? Al ofrecer la petaca abierta, don Pedro hizo una pregunta. Máximo recobró la seriedad para contestarla. Yo no he dicho tanto como eso.... Me parece que no.
Así, mucho antes del alba, Isidora, despierta y nerviosa, imaginaba estar en la casa de su tía y de su hermano; los veía como si los tuviera delante; hablaba con ellos preguntando y respondiendo, ya con seriedad, ya con risas, y oía las inflexiones de la voz de cada uno.
Palabra del Dia
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