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El hombre de la capa, que no se había separado de , dijo en tono satisfecho: Vamos... está pálido, pero bastante sereno... No se puede pedir más a un hombre... porque, ya ve V., caballero, ¿a quién le gusta que le aprieten el gañote?... El reo y el cura entraron en el carruaje.

Olvidaba su acento provincial, su vestido tan mal hecho y aun los rasgos irregulares de su fisonomía, pues poseía en cambio la joven una cultura de espíritu, un juicio claro y sereno y sobre todo una facultad de entusiasmo que no se encuentra frecuentemente ni aun en París.

El hombre graba en su angustiada mente con santos signos la mejor palabra, y canta en tus recuerdos inspirado, volviendo tristemente sobre el tiempo dichoso y ya pasado, en que tu amor tan sólo, su amor era; amor dulce, sereno, inmaculado como el rayo del sol en primavera.

Doña Leoncia empezó á reír con mucha gana; y el buen Carrascosa, que no estaba dispuesto aquel día á ponerse serio, se serenó y concluyó por reírse también. Mira que esta tarde voy con doña Patronila y la Juliana á merendar á Chamartín. Doña Ramona vendrá también, y si vienes, cantarás aquellas seguidillas que sabes. Yo no estoy para seguidillas.

Marcharon lentamente, con una placidez igual á la del sereno crepúsculo. Al salir de los jardines hicieron un alto frente al Museo. ¡Volver por el mismo camino!... Miguel descubrió á un lado del edificio una escalinata rústica tallada á trechos en la roca y completada en las oquedades con peldaños de ladrillos.

Esforzábase, sin duda, en aparecer sereno, pero en su rostro demudado reflejábase, tal expresión de dolor y angustia, que conmovía hasta lo más hondo del corazón.

Así, las caras estaban alegres en la mañana siguiente, cuando, soltando los cables, el vapor se puso en movimiento. Sólo unos ojos, llenos de lágrimas, seguían la marcha oblicua de una pequeña canoa que acababa de separarse del Confianza y en la que iba un hombre joven, con el corazón no más sereno que aquel que asomaba a los llorosos ojos y se difundía en la última mirada...

No habría a mis ojos héroe mayor en el tiempo, en el espacio que aquel que, sereno y consciente, de pie en el borde del abismo mirara un instante sin vértigo el vacío extendido a sus pies, y luego... ¿Cuál de ustedes renovaría la hazaña de Bolívar, mis amigos? dijo una voz.

Aprende de . ¿No ves qué sereno estoy? He pasado por todas las crisis de la ira, de la rabia y de la locura... Es que las lecciones me han valido. Bueno; porque eres un santo... Yo no soy santa, ni quiero. ¿Y por qué no habías de serlo también?

Le veía siempre tan tranquilo, tan sereno, tan dispuesto a todo, con su fisonomía amable, de rasgos un poco fríos, la mirada impertinente para todos los que no eran sus amigos, y aquella sonrisa rápida y seductora de la cual sabía hacer oportunamente tan pronto una caricia como un arma ofensiva.