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Actualizado: 1 de mayo de 2025


El portal.... ¡Qué portal! ¡Una maravilla! Fué obra de tía Carmen: era un portal lindísimo, de cristal, con estrellas, soles y cometas, y ángeles, y serafines, y arcángeles que tenían en las manos bandas de seda con letreros dorados que decían: «Gloria in excelsis Deo». Mi tía Carmen le hizo con prismas y candeleros de cristal, y fué el encanto de cuantos le vieron.

Este dia 3 de marzo entró la emperatriz mujer del emperador don carlos nro. señor enesta çibdad de seuilla salieron los veintycuatros e jurados e escribanos publicos vestidos de seda plega a dios de les dexar biuir e Reinar mucho tiempo a seruicio de dios nro. señor .

Por más que cavilaba, no veía otro modo de vengarse, de castigar a su hija y de adquirir el derecho e imponerse el deber de defender a Juanita contra todos que el de ofrecerle su mano y casarse con ella. ¡Ay de aquel que se atreviese entonces a decir nada ofensivo contra Juanita, aunque ella estrenase cada día otro vestido de seda!

Veíanse en esta pieza algunas acuarelas muy lindas compradas por Juanito, y dos o tres óleos ligeros, todo selecto y de regulares firmas, porque Santa Cruz tenía buen gusto dentro del gusto vigente. Los muebles eran de raso o de felpa y seda combinadas con arreglo a la moda, siendo de notar que lo que allí se veía no chocaba por original ni tampoco por rutinario.

Voces aflautadas y tímidas vocalizaban romanzas sentimentales, canciones napolitanas, y se interrumpían para decir: «¡Viniendo artistas a bordo! ¡qué atrevimiento!...». Algunas jóvenes, bajo la crítica severa de un tribunal de padres y de tías, recitaban versos en francés, tapándose con un abanico los ojazos ardientes de criolla o la boca carmesí, en la que empezaba a diseñarse la seda de un leve bozo, contorsionando con reverencias de dama versallesca sus caderas en capullo de futuras procreadoras.

Le bastaba con la vanidad de haber fabricado un riquísimo estuche para albergue de su pereza. El príncipe la encontró en un saloncito del piso bajo. Verdaderamente, le recibía con absoluta confianza. Iba vestida con una túnica negra de su invención, mezcla de peplo y de kimono. Los brazos se escapaban desnudos de esta seda floja, que parecía vivir apretándose sobre su cuerpo.

Y en viniendo él concluyó Bermúdez, volviéndose hacia el otro lado, todo cambiará de aspecto y marchará como una seda por donde debe marchar... , señor, ¡canástoles! aunque el demonio se empeñe en otra cosa, que no se empeñara, porque no hay razón de fuste para que se empeñe.

Hoy se tiene horror a lo que es rico y vistoso; los señores visten como los criados; todos van de obscuro, como sacristanes; el chaleco, que es la prenda que da majestad a la persona y pregona su clase, es de la misma tela que los pantalones; ya no se ostenta sobre el vientre el terciopelo floreado, aquellas rayas de cien colores que tanto golpe daban en mi juventud, y hasta los labradores se encajan la blusa y el hongo, como asistentes, y se ríen cuando sacan del fondo del arca el chupetín de raso de sus abuelos, la faja de seda y el pañuelo de flores, que tanto lucían en los bailes de la huerta.... ¿Y las mujeres?

Los frutos de esta grande y patriótica obra han correspondido a las esperanzas del noble artífice; hasta el año pasado había ya en Mendoza algunos millones de moreras, y la seda, recogida por quintales, había sido hilada, torcida, teñida y vendida a Europa, en Buenos Aires y Santiago, a cinco, seis y siete pesos libra; porque la joyante de Mendoza no cede en brillo y finura a la más afamada de España o Italia.

¡Ah!... Ya estaba allí, de pie en el esquife, apoyado en larga espada, el escudo embrazado, cubierto el pecho de escamas de acero, irguiendo su arrogante figura de buen mozo festejado por toda la aristocracia de Europa, y deslumbrando de cabeza a pies, cual un pescado de plata envuelto en seda. Silencio absoluto; aquello parecía una iglesia.

Palabra del Dia

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