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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Aquel vestido ha sido su vestido de novia; lo ha cosido y guarnecido ella misma, porque sabe cortar como pocas... Se habría puesto un vestido de seda, como convenía a la prometida del rico Felshammer, pero no había podido reunir la suma necesaria; y su orgullo no le había permitido dejarse ofrecer el traje de novia por su futuro esposo.

Hasta aquí el asunto iba rodando sobre carriles de seda y oro.

La seda llena esta condición impuesta a aquellos pueblos centrales, por la inmensa distancia a que están de los puertos y el alto precio de los fletes.

El sol de verano caldeaba la muchedumbre, por entre la cual paseaban las chiquillas despeinadas y en chanclas, con el cántaro en la cadera, pregonando el agua fresca, y los mocetones de brazos hercúleos y arremangados, con pañuelo de seda en la cabeza, sosteniendo a pulso las pesadas heladoras y ofreciendo a gritos la horchata y el agua de cebada. Ya habían sonado las cuatro.

El mismo prelado confirmó con el cabildo en junio de este año un Estatuto de su antecesor sobre los maravedises que el obispo y beneficiados debian pagar para las capas de seda.

Valencia, ciudad pintoresca y animada, con una poblacion laboriosa y trabajadora, con su industria de seda tan avanzada, puerto de mar concurrido, mucho comercio, caminos de hierro á Játiva y al Grao, dos teatros públicos, muchas iglesias notables bajo el aspecto del arte, la campiña mas deliciosa que imaginarse puede, toda cultivada admirablemente palmo á palmo, con museo, casinos, sus periódicos, sus hermosas mujeres, su delicioso clima, su azulado cielo, su animacion habitual, y su poblacion de ciento cinco mil habitantes.

La puerta estaba cerrada. Al través de un balcón entreabierto veíase un pedazo de seda azul ligeramente curvado: la espalda de una mujer. Los pasos de Rafael hicieron ladrar a un perro en el fondo del huerto; huyeron cacareando las gallinas que picoteaban en un extremo de la plazoleta y cesó la música, oyéndose el arrastrar de una silla, como si alguien se pusiera en pie.

Allí en el cuarto está Raúl con Bebé, el pobre Raúl, que no tiene el pelo rubio, ni va vestido de duquecito, ni lleva medías de seda colorada.

Después, como los ingenios Se adelgazaron, empiezan Á dejar aqueste uso, Reduciendo los poetas La mal ordenada prosa En pastoriles endechas; Hacían farsas de pastores, De seis jornadas compuestas, Sin más hato que un pellico, Un laúd, una vihuela, Una barba de zamarro, Sin más oro ni más seda.

Una seda replicó su amigo con acento de inquebrantable convicción. Otro rato de silencio. ¿Crees que debemos darle más picadero? El picadero no sobra a ningún animal gruñó Piscis con el mismo convencimiento. Conviene trabajarla en el trote. Conviene mucho.

Palabra del Dia

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