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Actualizado: 1 de mayo de 2025


MARINO. Una dama, que, si bien envuelta en velo argentino, deja traslucir que está dotada de majestuosa hermosura; una dama, cuyo traje de seda y cuyas joyas riquísimas manifiestan lo elevado de su clase, acaba de bajar de una silla de manos y se halla en la antesala aguardando que la recibas.

No faltaban allí algunos veteranos de las grandes guerras de Francia, pero en su mayoría formaban la Guardia Blanca jóvenes arqueros, robustos mocetones ingleses, sobre cuyos petos lucían ricas bandas de seda y oro y brillaban las piedras preciosas, muestra evidente del abundante botín recogido en su larga campaña del sur.

Un trozo de mantón sujeto al talle con una cuerda servíale de corsé y de faja. El jubón era de seda negra, quemada por el tiempo, y se abría por todos lados, mostrando, al través de la urdimbre, en unas partes la camisa de blancura amarillenta, en otras la amojamada carne de un tono verdoso de bronce oxidado.

En los días de trabajo vestían de percal, mantoncito de lana atado atrás y pañuelo de seda al cuello, dejando al descubierto, por supuesto, la cabeza. Nieves, por excepción, traía al diario mantón de la China negro con fleco. Acaban de ponerse al trabajo después de comer. El sol penetra por los dos balcones de la sala al través de los visillos.

Aquí quedé como enterrada, puesto que el mago que me servia cuidó de que nada me faltase. Al rayar el dia, entró en mi quarto el boticario de su magestad con una pócima de beleño, opio, cicuta, eléboro negro, y anapelo; y otro oficial se encaminó á vuestra casa con un cordon de seda azul; nias no halláron á nadie.

Cuando por fin apareció completamente vestida, con su traje de seda cruzada color plata, con su cuello de encajes, su collar y sus pendientes de coral, las señoritas Gunn no encontraron nada que criticarle, a no ser sus manos. Estas tenían las huellas dejadas por la fabricación de la manteca, del queso y aun de alguna otra tarea más grosera.

Una cadena algo negruzca, con llaves de reloj y medallas, se tendía de la botonadura de la sotana a un bolsillo del pecho. Dos dedos enrojecidos por el tabaco sostenían un cigarrillo. La cabeza, de pelo duro e intensamente negro rayado de canas prematuras, ocultábase en parte bajo un casquete redondo de seda, igual al que usan los tenderos.

La falda corta y estrecha se había subido impúdicamente con el movimiento de descenso, dejando a la vista una pantorrilla larga, de curva armoniosa, enfundada en una media de seda gris con rayas caladas. En la parte más alta, entre la media y el pantalón, mostrábase un pedazo circular de carne desnuda, blanca y ligeramente sonrosada como el nácar húmedo.

No lo podía evitar: tenía esa vanidad madrileña que pretende cubrir con perifollos de seda la falta de ropa blanca, y que prefiere el adorno de la sala al cuidado de la alcoba. Pepe participó también, en cierto modo, de ese sentimiento que tiende a ocultar al prójimo la propia miseria.

Las de Pajares salieron acompañadas por Andresito y don Antonio, siguiéndolas con su vista ansiosa la crédula Teresa. ¡Dios mío, que se ablandara el corazón de aquel hombre, para que no la martirizase escandalizando a la familia y los amigos! Abajo, en la cerrada tienda, encontraron a don Eugenio, siempre con la gorrita de seda, el cual acogió con gesto huraño a su antiguo dependiente.

Palabra del Dia

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