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Actualizado: 14 de noviembre de 2025
¡Elisa, no insistas, te ruego! ¡Bueno! ¡está bien! replicó aquélla con vivacidad , ¡antes eras más franca conmigo!... ¡adiós, hija! Y se dirigió rápidamente a la puerta. ¿No me das un beso?... le preguntó la pobre Beatriz. ¡Siempre! ¡no uno, mil! replicó tiernamente la vizcondesa saltando al cuello de su amiga.
Este paisaje liliputiense ofrecía la vista completa de las tierras que rodeaban el pueblo de la Presa, pero en escala tan reducida que todas cabían en el tablero. Y á través de la diminuta planicie vió de pronto galopar á un jinete no más grande que una mosca, que iba saltando con alegre soltura; la señorita Rojas, vestida de hombre y moviendo el lazo sobre la cabeza.
La falúa se inclinó blandamente sobre un costado al recibir el peso de su amo, como si le hiciese una reverencia cariñosa. Las niñas todas, incluyendo por supuesto a las señoritas de Delgado, fueron saltando después, apoyadas en la atlética mano de don Mariano; los caballeros las siguieron. Una vez llena la primera falúa, pasose a cargar la segunda, que a su vez no tardó también en llenarse.
Las Cortes harán eso y mucho más. ¡Oh, Sr. Araceli, yo estoy muy alegre! ¿Por qué? No sé por qué. Siento deseos de reír a carcajadas. Siempre que salgo de casa, y voy a alguna parte donde puedo estar con alguna libertad, me parece que el alma quiere salírseme del cuerpo y volar bailando y saltando por el mundo; me embriaga la atmósfera y la luz me embelesa.
Pareciónos bien a todos lo que decía, y así, sin detenernos más, haciendo él la guía, llegamos al bajel, y, saltando él dentro primero, metió mano a un alfanje, y dijo en morisco: ''Ninguno de vosotros se mueva de aquí, si no quiere que le cueste la vida''. Ya, a este tiempo, habían entrado dentro casi todos los cristianos.
Todavía estábamos en el quinto mes. Si había cumplido su palabra y la goleta estaba allá, podíamos darnos por salvados. Smiles y yo, saltando por encima de aquella arena movediza, llegamos a la desembocadura del río. Allá estaba la goleta; sin duda se disponía a partir. ¡Socorro! ¡Socorro! gritamos Smiles y yo desesperadamente, uniendo nuestras voces.
Saltando sobre las hojas rotas de la puerta aparecieron bajo su arco varios hombres que parecían asombrados de su buena suerte y miraban en torno, no sabiendo por dónde escapar. Debían ser los compañeros de Ra-Ra.
Perla, entretanto, se había apartado de su madre y estaba jugando como mejor le parecía en la plaza del mercado, alegrando á aquella sombría multitud con sus movimientos y vivacidad, á manera de un ave de brillantes plumas que ilumina todo un árbol de follaje obscuro, saltando de un lado á otro, medio visible y medio oculta entre la sombra de las espesas hojas.
¿Cuál, amigo Santorcaz? Mire usted. Después de la batalla, y cuando volvamos a Córdoba, sacar a esa joven del convento. ¿Cómo? Demonio, ¿cómo se hacen las cosas? ¡Si viera usted! Eso es muy divertido. ¿Ve usted este rasguño que tengo en la mano derecha? Me lo hice saltando las tapias de un convento.
El contrabandista no pudo reprimir su inquietud y llamó aparte a Hullin. Mira le dijo esa fila de chacós que se desliza a lo largo del Sarre y, por este lado, los que suben por el valle saltando como liebres: son kaiserlicks, ¿no es verdad? ¿Y qué crees que van a hacer, Juan Claudio? Van a rodear la montaña. Eso está bien claro. ¿Y cuánta gente habrá ahí? Tres o cuatro mil hombres.
Palabra del Dia
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