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Actualizado: 25 de julio de 2025
Acaso, al ahogar la declaración que asomaba a sus labios, había sacrificado a un exceso de orgullo la dicha de Eva como su propia dicha... Y las hojas caídas no reverdecen más...
»Yo apenas me sentía con fuerzas para hablar; mis ojos se cerraban; el frío de la muerte helaba la sangre de mis venas. »Pues bien repliqué trabajosamente; recupera esos bienes por los que lo he sacrificado todo. Cuatro horas más, y renuncio al oro, a las riquezas que tanto ambicioné. »Conforme dijo entonces Yago. Has sido un buen amo para mí, y debo hacer algo en tu obsequio.
Esos bienes que Dios da a todos, a los que siempre me he mostrado insensible, y cuya dulzura sólo puedo apreciar ahora, los habría disfrutado aún durante veinticinco años. ¡Ah! ¡Y he sacrificado mis días a una quimera; los he perdido por una gloria estéril que no me ha proporcionado la dicha, y que ha muerto antes que yo!... Mire, mire añadió señalando a unos aldeanos que atravesaban el parque y regresaban, cantando, a sus faenas, ¡qué no daría yo ahora por participar de sus trabajos y de su miseria!
Sacarás tu revólver de su escondrijo, tomarás una pluma y escribirás dos cartas, poniendo en el sobre de una de ellas: «Para mi esposa»; y en el sobre de la otra: «Para mi madre». ¡Tu pobre madre que tanto te quiere, que se ha sacrificado siempre por ti, y á cuyos sacrificios corresponderás yéndote del mundo antes de que ella se marche!...
Su madre sacudía entonces la cabeza, terrible, amenazadora como una euménida; el ingenioso Sánchez bajaba la suya, sometiéndose a aquel castigo, pero satisfecho en el fondo de sus lóbulos cerebrales de haber sacrificado una hija en el altar de la ciencia, no en el del fanatismo metafísico.
Y ¿por qué he de ser yo el sacrificado? ¿No soy tan hijo suyo como tú? Aquellos dos muchachos, que se querían entrañablemente, que jamás habían reñido por nada, ni de niños ni de mozos, estuvieron a punto de venir a las manos. Con todo transigían, todo lo aceptaban menos lo que pudiera significar despego hacia su madre.
Las llamas del incendio de 1735 lo consumieron privando a las gentes venideras de saber cómo interpretó el gran artista aquel crimen político donde fue sacrificado a la unidad religiosa hasta lo único que hay acaso en el hombre de origen divino: la caridad.
El secreto de su nacimiento quedará encerrado en la casa de sanidad. Yo me vuelvo curadora de su fortuna, y si muere, de fastidio o de enfermedad, heredaré, naturalmente, sus bienes, en calidad de madre. Sí, sí, seréis inmensamente rica, y yo, que he sacrificado toda mi vida en favor de vuestro bienestar y de vuestros intereses, ¿qué recompensa tendré?
Aquel noble esposo a quien debía la dignidad y la independencia de su vida, bien merecía la abnegación constante a que ella estaba resuelta. Le había sacrificado su juventud: ¿por qué no continuar el sacrificio? No pensó más en aquellos años en que había una calumnia capaz de corromper la más pura inocencia; pensó en lo presente.
¿De España decís? ¡Ah! Infortunada expedición en la que tantos bravos ingleses han sacrificado las vidas que Dios les concediera. Hoy mismo he dado mi bendición á una noble dama que ha perdido cuanto amaba en esa cruel y lejana guerra. ¿Qué decís? preguntó Roger con vivo interés.
Palabra del Dia
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