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Actualizado: 14 de julio de 2025


Es la hora repuso el mozo, malhumorado. Y ¿quién te ha dicho a ti que era la hora? El reloj. Pues aquí no hay más reloj que yo; ¿lo entiendes, mastuerzo? dijo el expendedor con voz colérica, sacando cuanto pudo el airado rostro por la ventanilla. ¡Vaya, vaya! ¡Pues no faltaba más que estuviésemos aquí sujetos a la voluntad de los señores mozos!

Como tampoco me conmoví, fué sacando cheques de todos los bolsillos: diez millones, quince... cuarenta...

A impulsos del agradecimiento, desató una de las puntas del trapo, sacando del nudo unas cuantas monedas de plata. Toma, Isidrín dijo . Todo el dinero que tengo. Para que lo añadas a esas cosillas, ya que no has sido exigente. Lo menos llevas ahí siete duros entre pesetas dobles y sencillas. Maltrana se metió la cantidad en el bolsillo.

No me han enseñado nada dijo María con inocencia pero yo, cavila que cavilarás, he ido sacando de mi cabeza muchas cosas que me consuelan, y así cuando me ocurre una buena idea, digo: «esto debe de ser así, y no de otra manera». Por las noches, cuando me voy sola a mi casa, voy pensando en lo que será de nosotros cuando nos muramos, y en lo mucho que nos quiere a todos la Virgen Santísima.

Con esta fecha, 23 de Mayo de 1912, le remito la expresada comunicación para que sea tomada en cuenta y asentado al libro del Ejército la comisión desempeñada por el infrascripto y el capitán Pablo Felisier y el teniente Ayudante Francisco Duany y Méndez y Mauricio Rebollar y el teniente armero Wenceslao Dávila y seis números; cuya comisión realizó las hazañas siguientes: el 20 de Mayo á la 1 a. m. en la Hacienda del Olimpo incomunicando la vía de Guantánamo y San Luis por el extremo Este y Oeste y el hilo de la finca por el Norte, sacando seis caballos aperados del Batey Olimpo y asaltando á la cantina del Sr.

Acto continuo repartió las perras, que iba sacando del cartucho una a una, sobándolas un poquito antes de entregarlas, para que no se le escurriesen dos pegadas; y despidiéndose al fin de la pobretería con un sermoncillo gangoso, exhortándoles a la paciencia y humildad, guardó el cartucho, que aún tenía monedas para los de la puerta del frontis de Atocha, y se metió en la iglesia.

Limitábanse a coger del brazo a las mujeres y a irlas sacando al patio: era una lucha parcial, en que había de todo: chillidos, pellizcos, risas, palabras indecorosas, amenazas sordas y feroces.

Nada, como le decía á usted, amigo Isagani, peroraba Sandoval haciendo grandes gestos y sacando una voz armoniosa para que las vecinas del palco, las hijas del rico que debía á Tadeo, le oyesen; nada, la lengua francesa no tiene la rica sonoridad ni la varia y elegante cadencia del idioma castellano.

Mientras sostenía este monólogo, iba sacando de un cajón de la cómoda prendas de ropa blanca, a fin de hacer su equipaje, pues como todas las personas irresolutas, solía precipitarse en los primeros momentos y adoptar medidas que le ayudaban a engañarse a propio.

El cafetero miró con singular expresión de cariño el envoltorio, mientras el viejo lo desenvolvió con mucha cachaza, y sacando unas onzas que dentro había, comenzó á contar. Al ruido de las monedas, Robespierre abrió los ojos; y viendo que no era cosa que le interesaba, los volvió á cerrar, quedándose otra vez dormido. El viejo contó diez medias onzas, y se las dió al del café.

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