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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Entonces se despertó en Paz algo de coquetería, no le parecieron mal aquellas miradas, y agradecida al culto que empezaba a recibir, permaneció en el sitio donde estaba. En días sucesivos entró varias veces al cuarto de los libros sin necesidad, sólo por saborear aquel placer desconocido de aceptar un tributo que halagaba su vanidad de niña bonita.
Trabajo le costó al barón apaciguar á su alborotado amigo, quien acabó por confesarle que sólo esperaba saborear un nuevo y gustoso guiso que en aquel momento le preparaban, para enviar también un cartel al mismo príncipe. Pero ¿estáis dejado de la mano de Dios? le preguntó el barón. ¿Qué os ha hecho el príncipe?
Además, temía que le faltase el tiempo para saborear los grandes cambios realizados en su propiedad. Me quedan pocos años decía , y no puedo malgastarlos vagando por Europa, cuando tantas cosas debo hacer aquí. Celinda me dará muchos nietos, y no quiero que sean unos pobretones.
Dos o tres años antes de comenzar la acción de este relato tuvo don Juan que ausentarse de Madrid, y queriendo dar a Mónica una prueba del cariño que le profesaba, le regaló unos cuantos miles de reales, que ella invirtió en poner una casa de huéspedes, mas sin envilecerse guisando para ellos; antes al contrario, tomó cocinera que lo hiciese: de este modo se improvisó señora y no puso mano en cazuela a beneficio de quien acaso no supiese saborear su trabajo.
Un vaso de horchata helada de chufas estaba en medio, y ambos metían dentro la cuchara, tragándose él con delicia cuanto salía, mirándole ella con plácida sonrisa y mojando apenas su cuchara, como si le dejase a él saborear a sus anchas la golosina y le bastase a ella saborear la dicha inmensa de ser aquel un obsequio del hijo de su alma.
Originalidad no la había, no; frases, gritos ahogados, actitudes, novedades íntimas del placer, que Emma recibía con tibias protestas y acababa por saborear con delicia epiléptica, y por aprender con la infalibilidad del instinto pecaminoso; todo esto era una copia de la otra pasión, todo revelaba el estilo de la Gorgheggi.
Hay ciertos días, días pasados demasiado a prisa, que el azar, que la Providencia nos trae cuando nuestro corazón, demasiado fatigado por los disgustos, tiene necesidad, para no ceder, de volver a saborear la felicidad, y que compensarían, ellos solos, toda una eternidad de abandono y de dolores.
Me apoyaba orgullosa en su brazo, riendo de las equivocaciones del mundo. ¡Lo que hemos bailado el año antes de la guerra, sin que nadie sospechase el verdadero afecto que me ligaba á mi acompañante! Alicia hizo una pausa para saborear mejor sus recuerdos. Sonreía vagamente al pensar en el error maligno de las gentes.
Del Presbiterio al Coro, y de capilla en capilla, fuí recorriendo el templo y admirando las múltiples bellezas que encierra. Como acontece siempre en los recintos históricos, varios guías se ofrecieron a acompañarme, pero yo los rechacé a todos, deseando saborear a solas tanta obra de arte.
Al llegar a este punto y cuando el auditorio se preparaba a saborear las inefables dulzuras de una nueva estrofa, más apasionada tal vez y más patética que las anteriores, cuando la señorita de Delgado apoyaba lánguidamente sus dedos carnosos sobre las cuerdas del instrumento y la cabeza más lánguidamente aun sobre el pecho en testimonio de amargo duelo, acaeció en la casa de los señores de Elorza uno de esos sucesos terribles y extraños, más terribles aun por lo inopinados, a tal punto sorprendentes, que suspenden y cortan por un instante el uso de la palabra; una escena extraordinaria, realizada con tal brevedad que no da tiempo a reflexionar, y deja sumidos a los espectadores en profunda consternación, sin haber podido intervenir en ella.
Palabra del Dia
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