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Actualizado: 8 de junio de 2025


Amaneció el día que se siguió a la noche de la ronda del gobernador, la cual el maestresala pasó sin dormir, ocupado el pensamiento en el rostro, brío y belleza de la disfrazada doncella; y el mayordomo ocupó lo que della faltaba en escribir a sus señores lo que Sancho Panza hacía y decía, tan admirado de sus hechos como de sus dichos: porque andaban mezcladas sus palabras y sus acciones, con asomos discretos y tontos.

The scene, opening in historic Ronda in the midst of the places made famous by the mighty family of the Guzmáns, then moving north to an obscure town in the Sierra-Morena, little known to the cultured atmosphere in which the play was to be represented, and finally centering in the capital and developing under the very eye of the audience, as it were, just as so many tragedies and comedies, less important perhaps but no less interesting, unfold in daily life about us, gives the play a broader interest than it would have and doubtless contributed powerfully to its success.

; Porque será loca hazaña Que á don Alonso esperéis; 285 Que, fuera de la razón Que él tiene en esta ocasión, Pocos amigos tendréis. Toda Ronda os pone culpa. Claro está, soy desdichado... 290 Pues el haberme afrentado Era bastante disculpa. Mostraros la carta fué Yerro de un hombre mayor. En los lances del honor 295 ¿Quién hay que seguro esté? El tiempo suele curar Las cosas irremediables.

Llegué con la ronda, pero tarde: seguí á ese embozado de orden de don Rodrigo, metióse aquí, pretendió pasar de las escaleras, sin conseguirlo, y hace una hora que él está allí sentado, y que yo le estoy dando centinela. Por el cuento dijo Quevedo, sacando una moneda del bolsillo ; porque pierdas la memoria y sacó del bolsillo otra moneda. ¿La memoria de qué? dijo Juara.

Y sintiendo que los suyos estaban vacíos, volvió á encogerse de hombros. ¿A él qué le importaba que el cielo se venga abajo? Y siguió haciendo su ronda. Al pasar delante de dos personas que hablaban, pescó lo que una de ellas que tenía en el cuello rosarios y escapularios, decía en tagalo: Los frailes pueden más que el General, no seas simple; éste se va y ellos se quedan.

Dios se lo pagará a usted... porque verdaderamente parte el corazón ver a ese pobre hombre, en este tiempo, con unos calzones de hilo, de los que traen los soldados de Cuba... Salió Guillermina para ir al almacén de maderas de la Ronda, y Jacinta la acompañó hasta el corredor. Sentose Fortunata en el sofá, creyendo que las dos se marchaban.

Los seres incorpóreos, turba de magos, revolotean a través de la cámara y hacen flotar las cortinas del dosel, tan fantásticamente, tan tímidamente, por encima de tu párpado cerrado y franjeado, bajo el cual se esconde tu alma adormecida que sobre el piso, al pie del muro, sus sombras se levantan y descienden como una ronda de fantasmas. Querida niña, ¿no tienes miedo? ¿Por qué, y con qué sueñas?

No menos curiosos son los pequeños objetos de diversa aplicación que se fabrican con mármol y granito en Gibraltar, en Ronda, en Tánger y otros lugares para tener su espendio en aquella plaza de cambio universal. Cuando habíamos recorrido las calles de Gibraltar y visitado muchas de sus tiendas, pasamos de la ciudad al vasto recinto de la ciudadela.

El conde llamó al mesonero, y como éste confirmase la relación de la joven, se despidió el Asistente diciendo que ya tomaría providencia sobre aquel caso y se fué á seguir su ronda.

La esperanza de que el sujeto de su amor, encubierto con el amigo manto de la tenebrosa noche, viniese a decirla sus amantes penas con la regalada cadencia de la encantadora música, despertándola de su inquieto sueño, tenía a la hermosa indiana, toda anhelo, toda impaciencia, toda oídos y toda ojos; y cuando oyó la voz doliente, dulce y grave del que cantaba, y los conceptos de la amorosa canción, abriéronsela las entrañas para recibir en ellas el encendido suspiro que fue de la canción fin y remate, y confirmación del alma de lo que habían dicho los labios; y saliósela de la suya otro tan amantísimo y hondo suspiro, que si el cantor le oyera, no se tuviera por venido a un valle de lágrimas, sino a un encantado paraíso; y no le oyó, porque a punto sonó el ¡ténganse a la justicia! de la ronda, tras lo cual vinieron las cuchilladas y tumulto.

Palabra del Dia

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