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Actualizado: 4 de junio de 2025
A continuación trotaban los toros bravos, las fieras destinadas a la muerte, marchando «bien arropadas», o lo que es lo mismo, rodeadas de toros mansos que evitaban se apartasen del camino, y de fuertes vaqueros que corrían honda en mano, prontos a saludar con una pedrada certera al par de cuernos que se separase del grupo.
Eran remembranzas vagas, imprecisas, rodeadas de un nimbo de blanca niebla; algo semejante a la confusa memoria de hechos y palabras luego de un día de embriaguez.
Las mesas de confites, más duros que el pedernal, y las cestas de fruta estaban rodeadas de mujeres y niños: los puestos de vino y sidra, atestados de hombres. Andrés había tropezado a primera hora con Rosa; pero ésta pasó tan seria a su lado, que no le entraron deseos de requebrarla.
Lo mismo los defensores del gobierno que los revolucionarios, llevaban con ellos á sus mujeres, apodadas «soldaderas», que eran las que remediaban la ausencia de administración militar, cuidando cada una del alimento de su hombre. Durante las marchas iban á vanguardia, rodeadas de enjambres de niños y con las ropas de la familia formando un lío sobre su cabeza.
Cuenta la leyenda de la montaña que en época muy antigua, cuando fortalezas rodeadas de fosos se erguían en todos los promontorios de los desfiladeros, tres condes que por casualidad no guerreaban, se encontraron un día de caza cerca de la fuentecilla. Larga carrera en persecución de jabalíes y ciervos los había cansado, y el sudor les caía de la frente.
A los dos extremos de la mesa había un bosque, por decirlo así, de botellas de riquísimo cristal, sobre salvillas rodeadas de copas. A la derecha y á la izquierda de esta mesa había otras dos cubiertas de otros platos y de otras botellas y alumbradas cada una por un candelabro en forma de ramillete, de entre cuyas flores, admirablemente contrahechas, salían las bujías.
Son muy largas y anchas, y algunas de ellas rodeadas de bosques á buena distancia: sus orillas son blancas con sal, que no pide mas preparacion que ponerla á secar al sol. Mas adelante al poniente hay un rio con muy altas y perpendiculares orillas, llamado por los españoles el rio de las Barrancas. Los indios le llaman Hueyque-leubu, ó rio de mimbres, que nacen en sus orillas.
Había sido de una virtud inconmovible, hasta en el campo, donde las personas, rodeadas de bestias y enriqueciéndose con su procreación, parecen contaminarse de la amoralidad de los rebaños. ¡Ella que se acordaba tanto de su padre!... Su misma hermana debía vivir menos tranquila con el vanidoso Karl, capaz de ser infiel sin deseo alguno, sólo por imitar los gestos de los poderosos.
Ciertas montañas que se yerguen en el seno del mar azul de los vientos alíseos están casi siempre rodeadas, hacia la mitad de su altura, de una faja de niebla que oculta casi siempre al viajero, que llegó á la cima, la vista de la llanura cerúlea; pero alrededor de la cima cuyas cercanías recorro, las nieblas suben y bajan, cambian, se disuelven al azar, sin que sus fenómenos sean constantes.
Supongamos, porque estamos rodeadas de misterios, y los misterios no deben sorprendernos, que ese joven es hijo del duque de Osuna, que bien pudiera ser; dicen que el duque en sus mocedades ha sido muy galanteador. Pues por eso digo que peor: ¡un bastardo! Ni mi padre ni yo querríamos semejante enlace. ¿Ni aun interesándome yo por él?
Palabra del Dia
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