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Actualizado: 4 de junio de 2025


Leto soltó una risotada; y enseguida dijo a Nieves: Gracias por el favor que usted me hacía. Hombre replicó la sevillana , sería un gusto como otro cualquiera: para todos son respetables.

No las descubras, porque si las tienes hace tiempo guardadas deben de oler á podrido. Los sacerdotes tienen obligación de escuchar en confesión á los penitentes... Pero es á los que llegan arrepentidos. Yo lo estoy, padre Francisco. ¿? Pues no vivas más tiempo en pecado mortal. Cásate con Soledad. Velázquez soltó una risotada. ¡Ya pareció aquello! Me extrañaba que tardase tanto.

¡Otra, señor! respondió a esto con la naturalidad más encantadora . ¿Quiere que tenga por cosa buena el perder de vista a una persona como usté?... ¡Mire que hasta le he comido el pan! Soltó aquí una risotada de las que solía, y me pidió permiso para ir a arreglarse un poco, «porque no estaba su ver para cabayero tan principal», llamando enseguida a su madre para que me acompañara mientras tanto.

Los alemanes bailan el vals voluptuoso y alegre, o con el bock en la mano entonan el Gaudeamus igitur, el himno estudiantil a la gloria de la vida material, libre de cuidados. El francés canta entre carcajadas espontáneas y danza con los miembros sueltos, saludando con una risotada sus posturas de una fantasía simiesca.

Vas a sentir vértigo, Gertrudis dice Juan echando una mirada inquieta a la esclusa, por la que las aguas pasan con rapidez espantosa, sobre el fondo de tablones inclinados, para precipitarse en seguida espumosas en la corriente. Gertrudis suelta una risotada y dice que muchas veces ha estado sentada allí horas enteras, mirando las aguas, sin sentir vértigo alguno.

Para esto necesitaba también el apoyo de una capitalista. Otra risotada de Lubimoff. ¡El de la duquesa de Delille!... Sería gracioso: pero una vez agotada la curiosidad, no tendrías otros parroquianos que los que se interesasen por tus gracias. No; eso no es negocio.

Al verle avanzar por el campo de la ejecución con paso vacilante á causa de su obesidad, una risotada salvaje cortó el trágico silencio. Los grupos de soldados sin armas que habían acudido á presenciar el suplicio saludaron con carcajadas al anciano. «¡A muerte el cura!...» El fanatismo de las guerras religiosas vibraba en su burla.

Fingí tomar en serio y como dura lección estas palabras y sólo repliqué a ellas para disculpar mi atrevimiento... Entonces soltó la picaruela otra risotada, y me dijo en un tono que revelaba el mayor deseo de desenfadarme, si por ventura me había enfadado yo de veras: Pues ahora que con el susto le castigué la picardía, porque picardía es, y de las grandes, el sonsacar a una mujer los pensamientos que nunca tuvo... Pero ¡tochona de ! exclamó de pronto cruzando las manos y compungiendo la carita . ¿Pues no me estoy jaraneando, como una boba, lo mismo que si no hubiera por qué llorar sin descanso en esta casa? ¿Qué dirá usté de , señor don Marcelo? ¡Vaya, vaya, que otra simple como yo!

¡Arriba, perezoso, que ya es hora! gritar entre garrotazos sacudidos sobre los muebles, y taconazos y patadas en el suelo. ¡Pero, señor, si está amaneciendo! contesté balbuciente y restregándome los ojos. Eso es: será mejor levantarse al mediodía como hacéis en la ciudad.... ¡Fuera pereza! añadió con una risotada, tirando de un manotazo la ropa que me cubría, á los pies de la cama.

Enseguida descifraron el jeroglífico los desocupados villavejenses, que hasta en grupos de seis en seis acudieron los primeros días para leer en voz alta y a una: «La cotorra de El ValencianoDespués soltaban una risotada, miraban hacia el fondo del bazar contiguo, y se iban haciendo muchos comentarios.

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