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Actualizado: 10 de junio de 2025
Madama Scott, al ver entrar al cura y a Juan, se levantó a recibirlos: Cuán amables sois dijo, señor cura, en haber venido, y vos también, señor... Me alegro tanto de volver a veros a vosotros mis primeros, mis únicos amigos en este país. Juan respiró. Era la misma mujer. ¿Queréis permitirme que os presente a mis hijos?... Harry y Bella, venid.
Hecho lo cual, se sentó en el rincón, y bajando el vidrio, respiró con ansia el vivificante fresco matinal. Lucía, secando sus ojos del segundo llanto vertido en el curso de tan pocas horas, sentía extraordinaria inquietud de una parte, de otra inexplicable contentamiento. La acción del viajero le causaba el gozo íntimo que suelen los rasgos generosos en las almas no gastadas aún. Moríase por darle las gracias, y no osaba hacerlo.
Por fin, sucumbiendo al cansancio, consintió en meterse en la cama y Julieta aprovechó aquel respiro para arreglar sumariamente su primera instalación. Todo fue saliendo del caos bajo su mano inteligente. Los grandes muebles estaban en su sitio, las cortinas colocadas, las alfombras puestas, y el pobre alojamiento tomó un aspecto casi coqueto.
Creyó que los grupos populares que pasaban dando vivas detrás de las banderas iban á adivinar su hazaña, cayendo sobre él. Necesitaba alejarse de este entusiasmo patriótico; y respiró satisfecho al verse en el interior de un vagón... Además, iba á ver á Freya, y le bastaba evocar su imagen para que se desvaneciesen todos sus remordimientos. El viaje fué largo y difícil.
Ya sabe usted que yo deseo servirle, pero como no soy el dueño... ¿A ver el frac? Respiró el joven, sonriose el corredor; tomó el atribulado cinco pesos, dio de ellos uno y firmó diez y seis, contento con el buen negocio que había hecho. Dentro de tres días vuelvo por ello. Adiós. Hasta pasado mañana. Hasta el año que viene. Y fuese cantando el especulador.
Amparo cogió el tiesto y respiró el perfume de la planta, hundiendo la faz entre las aterciopeladas hojas. La encajera la miraba con sus pupilas siempre melancólicas y serenas. Amparo dijo de pronto.... ¿Eh?... respondió la Tribuna, sorprendida como si la despertasen de golpe. ¿Te enfadas si te digo una cosa?
Si algo expresaba era un genio muy malo y un carácter de vinagre; pero en esto engañaba aquel rostro como otros muchos que hacen creer lo que no es. Era Nicanora una infeliz mujer, de más bondad que entendimiento, probada en las luchas de la vida, que había sido para ella una batalla sin victorias ni respiro alguno.
Miguel, que estaba pasando un mal rato por el temor de que se pusiera en ridículo, respiró. Querido Mánchester, has estado bastante bien le dijo abrazándole. Y lo creía de buena fe. No podía negarse que Mendoza había progresado mucho.
En cambio yo, solo sobre esta tierra miserable, reúno en mí todas las miserias de la humanidad, y todo lo que puede constituir un encanto o un alivio, me está cruelmente prohibido. Mis más dulces afectos se han convertido en tormentos insoportables, y el mismo aire que respiro se envenena en mis labios desde que Dios me ha desheredado de su Providencia. 10 de septiembre.
Consolado por aquel refresco, respiró con libertad; se creyó dueño de sí. Sin embargo, a los pocos instantes el mismo deseo agudo, candente, volvió a pincharle el cerebro. ¡Oh, tener delante a la infame, vomitarle en el rostro las injurias que su dolor y su indignación habían acumulado durante tres años; luego cogerla así por el cuello y retorcérselo!
Palabra del Dia
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