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De los corrales salía un discordante concierto animal: relinchos de caballos, mugidos de vacas, cloquear de gallinas, balidos de corderos, ronquidos de cerdos; un despertar ruidoso de bestias que, al sentir la fresca caricia del alba cargada de acre perfume de vegetación, deseaban correr por los campos.

Ahora lo importante era tener buen ojo para escoger; serenidad para no dejarse engañar por la astuta gitanería que pasaba ante él con sus bestias, descendiendo luego por una rampa al cauce del río. Las once. El mercado debía estar en su mayor animación. Llegaba hasta Batiste el confuso rumor de un hervidero invisible; subían los relinchos y las voces desde el fondo del cauce.

A la edad de catorce años empezó a hacer la guerra a los españoles, y los prodigios de su valor romancesco pasan los límites de lo posible; se ha hallado en ciento cuarenta encuentros, en todos los cuales la espada de La Madrid ha salido mellada y destilando sangre; el humo de la pólvora y los relinchos de los caballos lo enajenan materialmente, y con tal que él acuchille todo lo que se le pone por delante, caballos, cañones, infantes, aunque la batalla se pierda.

De la gran cuadra llegaban los relinchos de los caballos sementales y los rebuznos de los garañones, acompañados de pataleos y bufidos de gula satisfecha ante el pesebre lleno.

Fortalecido por el contacto de estos dos testimonios de viril ciudadanía, que no le abandonarían mientras viviese, se juntaba con los otros atlots igualmente pertrechados, y empezaba para él la vida juvenil y amorosa: las serenatas con acompañamiento di relinchos, los bailes, las excursiones a las parroquias que celebraban la fiesta de su santo patrón, donde se divertía tirando al galle con certeras pedradas, y sobre todo los festeigs, los tradicionales cortejos, la busca de novia, costumbre la más respetable de todas, que daba origen a riñas y muertes.

¡Cuidado! gritó Materne. Oíanse también los relinchos de un caballo que se hallaba fuera y las recias pisadas de una muchedumbre de gentes que andaban por el pasillo, por el patio y delante de la alquería; la casa parecía conmoverse hasta sus cimientos. De repente, sonaron unos disparos en las ventanas de la sala baja. Las dos mujeres se vestían apresuradamente.

27 Tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los collados; en el mismo campo vi tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿No serás limpia al fin? ¿Hasta cuándo pues? 1 Palabra del SE

El amor, sólo el amor empujaba a los hombres a matarse. Los rústicos caballeros eran apasionados en sus predilecciones y fatales en sus celos, como héroes de novela. Por una atlota de ojos negros y manos morenas se buscaban y se provocaban en la obscuridad de la noche con relinchos de desafío; se aucaban de lejos antes de venir a las manos.

Los coraceros, llevando un chaleco amarillo sobre el pecho de acero, estaban sentados, con las piernas colgantes, en las puertas de los vagones-establos, de cuyo interior salían relinchos. Sobre las plataformas se alineaban armones grises. Las esbeltas gargantas de los 75 apuntaban á lo alto como telescopios.

El ruido sobre los morrillos y los relinchos los producen las almadreñas y los pulmones de los mozos. Este acontecimiento hace en los personajes de la cocina un efecto agradabilísimo; callan todos como estatuas y se disponen á escuchar.