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Actualizado: 14 de julio de 2025


Según entraba y hablaba en su estilo regocijado y pintoresco, iba destocándose la cabeza y desenvolviendo el airoso cuerpo con sus ágiles manos medio cubiertas por mitones rojos de estambre.

Estas palabras apagaron la hirviente cólera del Sultán; y ya, más sereno, y tomando un tono blando y de indulgencia, le rogó a Ben-Farding que hablase, y éste, en tono regocijado, le dijo: Voy al punto, Príncipe de los creyentes; pero antes déjame que vuelva a contemplar la muchacha, y que me goce en este privilegio que tienen mis ojos de poder admirar la belleza entre las tinieblas. ¡Oh, qué boca de rubíes! volvió a repetir . ¡Qué frente! ¡Qué pies y qué madeja!...

Abu-el-Casín, entretanto, al encaminar tantos magnates hacia el Alcazaba, decía regocijado: ¡Qué tasia, qué tiro tan estupendo de sabiduría y de inteligencia! Sólo un Ben-Farding, rey de la locura, puede tener tal idea; pero sólo yo, agradable Abu-el-Casín, capitán de la guardia africana, puedo dar vida a tal pensamiento, puedo llevarlo a cabo, puedo realizarlo con todas sus consecuencias...

Don Acisclo, D. Anselmo, Pepe Güeto y el Padre se escabullían; y quedaban solos los novios, en su eterno palique, como decía doña Manolita; ésta, que se resignaba con gusto a hacer el papel de dueña; el galgo Palomo, que se echaba a los pies de D. Jaime, a quien había tomado mucho cariño por conocer instintivamente el mucho que le tenía su ama; y a veces el cura D. Miguel, a quien los cuchicheos de los amantes producían idéntico efecto que los gritos y discursos de los filósofos, dejándole gratamente dormido, y soñando quizá en el gran papel que le tocaba hacer en aquel drama regocijado, cuando echase a los novios las bendiciones.

Y en cambio usted contestó impúdicamente se ha regocijado de su vida. ¿Quién es el que se tomaba la molestia de traerme sus noticias? ¿Quién es el que venía todos los días a decirme en la cara: está mejor? ¿Quién es el que me obligaba a leer sus cartas y las del médico? Hace casi ocho meses que usted me estaba asesinando con su salud. ¡Qué menos que un cuarto de hora para regalarme con su muerte!

Sin nada que ofenda los más pudorosos escrúpulos todo es alegre, chistoso y hasta regocijado en un principio. La pintura del lugarejo, cerca de Sevilla, llamado Cascotes, y donde se desenvuelve la acción, parece exactísima copia de la realidad realzada y animada por el ingenio y por el arte, si bien el arte, discreto y velado, no deja huella en lo escrito, que parece todo espontáneo y fácil.

Su iglesita pobre y linda, si bien está escasa de adornos de piedra y de altivos pórticos, tiene, en cambio en su pequeño atrio, esbeltos y coposos árboles; las más bellas parietarias enguirnaldan su humilde campanario con sus flores azules y blancas; su techo de paja presenta con su color obscuro, salpicado por el musgo, una vista agradable; la cerca del atrio es un rústico enverjado formado por los vecinos con troncos de encina, en los que se ostentan familias enteras de orquídeas, que hubieran regocijado al buen barón de Humboldt y al modesto y sabio Bonpland ; y el suelo ostenta una rica alfombra de caléndulas silvestres, que fueron a buscarse entre las más preciosas de la montaña.

La impiedad precoz de D. Fadrique vino á fundarse en razones y en discursos con el andar del tiempo y con la lectura de los malos libros que en aquella época se publicaban en Francia. El carácter burlón y regocijado de D. Fadrique se avenía mal con la misantropía tétrica de Rousseau. Voltaire, en cambio, le encantaba. Sus obras más impías parecíanle eco de su alma.

En aquellos amenos parajes, delante de la jaula del león africano, o del tigre de Bengala, o del tití de las Indias, es donde el regocijado ingenio de nuestros quintos derrama los tesoros de su gracia; allí donde se escuchan las frases espirituales, los dichos agudos; allí donde revientan los epigramas acerados, los discretos razonamientos.

Se reía ya un poco, regocijado por tal pensamiento, cuando, de súbito, una idea terrible puso fin a su regocijo. «Pero ¿y ella? ¡Ella me ha visto! ¡Durante una hora entera ha podido estudiar mi rostro, y si me encuentra en alguna parte...!» Se imaginó toda una serie de posibilidades terribles.

Palabra del Dia

buque

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