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El amable Abu-el-Casín empuñó a cuatro de estos buenos amigos y los puso en camino de la Alcazaba, y él se fué a la academia, en donde disputaban muchos sabios sobre gramática, filosofía, dialéctica y otras ciencias. ¿Quién es aquel buen amigo? dijo el agradable Abu-el-Casín, viendo a uno que en un ancho cerco de oyentes hablaba y gesticulaba con tanta fe como placer propio.

A la derecha de la puerta principal se levantan las masas enormes de la Alcazaba y la torre de la Vela: á la izquierda las torres Bermejas casi arruinadas. Média entre los dos lados un vastísimo espacio, un abismo como de 60 metros, que en tiempo de los Moros estuvo salvado por un puente colosal, suspendido en el aire y que tenia sus estribos ó extremidades en la Alcazaba y las Bermejas!

Dejadlo ir dijo el Sultán , y , agradable Abu-el-Casín, vuela a la Alcazaba y registra el último agujero de sus murallas y subterráneos, hasta dar con ese loco recomendado por el otro loco. Oyendo y obedeciendo respondió el capitán de la guardia, y desapareció abriendo y cerrando los brazos y bajando la cabeza.

Pues ahí está el caso dijo Abu-el-Casín ; es que estas respetables gentes no caen en la cuenta de que el encargado en la ejecución de los mandatos del Príncipe de los creyentes y de las indicaciones sapientísimas del gracioso habitador de la ratonera de la Alcazaba es vuestro siervo, el agradable Abu-el-Casín, capitán de la guardia africana.

Supe que se llamaba Ben-Farding, y que habitaba en lo más hondo de esos palacios subterráneos que se encuentran en la Alcazaba, y que en otro tiempo fueron templos en donde se adoraban los ídolos de los reyes Rumíes. Ben-Farding está poseído de la locura más extraña que se puede imaginar.

Con las señas que dió el loco El-Baici, y ayudado de la amabilidad de carácter que me distingue dijo el agradable Abu-el-Casín , logré tomar en los barrios inmediatos a la Alcazaba noticias ciertas del loco recomendado.

Canalla replicó el Sultán no has entendido que por encontrar vacías esas frentes, acudo en apelación a tu locura. ¿Hay otro más loco que ? Poderoso Mohamad dijo el-Bayer , lo hay en Granada, y ese podrá acaso satisfacer tu curiosidad. ¿Dónde se halla esa perla peregrina? dijo el Sultán. En los subterráneos de la Alcazaba replicó el aprendiz de la locura.

En el centro las cisternas cuya cavidad subterránea es inmensa: al sur la Alcazaba, la torre y plataformas de las Prisiones, y en avanzada la altísima torre de la Vela; al norte el Palacio de verano á la derecha, una ancha calle á la izquierda, que conduce al poblado ó ciudadela, y en el centro el palacio de Cárlos V, ruina colosal y noble que occupa una pequeña parte del sitio que cubriera el Palacio de invierno de los reyes moros.

La vista que ofrece el panorama de Málaga es soberbia, cuando se le contempla desde las alturas contiguas donde se encuentran el fuerte de la Alcazaba, que se conserva medio arruinado, y las ruinas del antiguo castillo de Gibralfaro, obra moruna que estuvo situada á mayor elevacion y se comunicaba con aquel fuerte.

De improviso, voz vibrante, grave, extensa, poderosa, que se repite incesante, y que de instante en instante resuena más presurosa, rompiendo el silencio hiende el aire, léjos se extiende, y á la ciudad despertando, brava, al combate llamando, hasta la vega desciende. Es la sonora campana de la alcazaba, que, fiera, dice que gente cristiana, de presa y conquista en gana, ha roto por la frontera.