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Actualizado: 26 de julio de 2025


Quando de improviso un estornudo, Y haciendo cruces por el mal aguero, Del gran Mercurio al mandamiento acudo, Miré la lista, y que era el primero El Licenciado JUAN DE OCHOA, amigo Por poeta y christiano verdadero. Deste varon en su alabanza digo Que puede acelerar y dar la muerte Con su claro discurso al enemigo.

Estoy en casa vistiéndome... siento un susurro, algo así como paso de ladrones; miro, veo un bulto, doy un grito... Es ella, la rata que ha entrado y se va escurriendo por entre los muebles. Nada; por pronto que acudo, ya mi querida tía me ha registrado la ropa que está en el perchero y se ha llevado todo lo que había en el bolsillo del chaleco.

Conozco bien tu alma, y al verme en peligro acudo á ella. ¡Sálvame! ¡llévame contigo!... Como estaba de pie frente á él, le bastó levantar las manos para colocarlas sobre sus hombros, iniciando el principio de un abrazo. Ferragut permaneció insensible á la caricia. Su inmovilidad repelía estas súplicas.

Ha muerto lo mismo que un pájaro decía con largas pausas, cortando las palabras con sollozos . Su madre lo tenía sobre las rodillas.... Yo trabajaba... «¡Antonio, Antonio! me grita ; veas qué tiene el chico; mueve la boca, hace muecasAcudo. Tenía la cara ennegrecida... como si la cubriese un velo.

Hasta la puertecilla del muro, pero no más adelante. Iré al cenador. ¡Que me ahorquen si lo permito! exclamé levantándome y apoyando la espalda en la repisa de la chimenea. Sarto añadí, tengo confianza en esa mujer e iré. Pues yo no tengo fe en ninguna mujer, y no irá usted. O acudo a la cita o me vuelvo a Inglaterra le dije.

Si se hubiera tratado de otro marido, ¡bah! la caridad es más difícil á veces de lo que parece. ¡Pero qué rey... señor! ¡qué rey! De repente Quevedo se detuvo y escuchó con atención. Había oído un siseo. El siseo volvió á repetirse. De aquella reja sale, y nadie hay presente más que yo. Llámanme, pues: acudo. ¿Es á ? por cierto contestó la condesa de Lemos, entreabriendo la reja.

Allí acudo dentro de cinco minutos, pues tengo que hablarte, Amaury. Está bien. Le esperaré, padre mío. Y después de hacer una ligera inclinación de cabeza, salió, dirigiéndose a su cuarto. Lo primero que hizo, así que entró, fue abrir el cajón de la mesa donde había dejado las pistolas, y al ver que estaban intactas, se sonrió, alzando los gatillos.

He venido a tu lado por breves instantes, como un espectro, y dentro de un momento vendré de nuevo, entonces a unirme contigo para toda la vida. ELSA. ¡Un momento más! ENRIQUE. Me llaman. Parecen muy inquietos. Acudo. ¡Adiós, amor mío! ELSA. ¡No, hasta la vista! Enrique, amado mío, te espero. ¡Dime algo más... una sola palabra! ¡Enrique! Quizá no haya sido sino fruto de mi imaginación. Es posible.

Despertó el chiquillo hace poco, y Patros le dio un bizcocho para que se entretuviera... Yo que lo oigo... acudo allá, y me le veo... ¡Virgen...! quiero cogerle, él no se deja... tengo que darle azotes... No. Aguarda. Desde aquí se oyen sus chillidos. ELECTRA. ¡Pobrecito mío! EVARISTA. Que le lleven a su casa. ELECTRA. Nadie le toque... Es mío. Los mismos; JOS

Así que la dejo con el ama, estoy en brasas.... Acabemos pronto.... Esto se va a resolver ahora mismo. Acudo a usted, porque no puedo confiarme a nadie más.... Usted quiere a mi niña. Lo que es quererla... balbució Julián, casi afónico de puro enternecido. Estoy sola, sola... repitió Nucha pasándose la mano por las mejillas.

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