United States or Nauru ? Vote for the TOP Country of the Week !


9 Asimismo también las mujeres, ataviándose de manera honesto, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, u oro, o perlas, o vestidos costosos, 10 sino de buenas obras, como conviene a mujeres que profesan piedad. 11 La mujer aprenda, callando con toda sujeción. 12 Porque no permito a una mujer enseñar, ni tomar autoridad sobre el varón, sino estar reposada.

A usted se lo puedo decir... con el respeto debido... mi intención no ha sido... No entra en mis costumbres, usted sabe, insultar a una señora... no creo que me he hecho acreedor... a su enfado... Por lo demás, ahora es ya asunto a debatir entre hombres... En cuanto a usted... me permito evocar recuerdos... que supongo...

El régimen respetado con religiosa escrupulosidad. El miedo guarda la viña, seré esclava de la higiene. Todo menos volver a las andadas. Continúo mi diario, en el cual no me permito el lujo de perderme en psicologías ya que usted lo prohíbe también. Todos los días escribo algo, pero poco. Ya ve que en todo le obedezco. Adiós. No retarde su visita. Quintanar le saluda... roncando.

Yo me permito decir a Vuestra Majestad con todo respeto que Vuestra Majestad está bien donde está. Las cosas vuelven a su natural ser, y el Reino se ha salvado. España está libre de su monarca impuro y acepta el dulcísimo yugo de ese arcángel a quien Dios hizo nacer hermano de Vuestra Majestad Real.

Fabrice no tardó en seguirla; una vez en sus habitaciones paseóse largo tiempo de arriba abajo, torturado por supremas incertidumbres; después se sentó delante de una mesa, tomó una pluma y escribió la siguiente carta: «Señorita: »Me permito decir a usted por escrito lo que me ha faltado valor para expresarle de palabra. Mi carta será corta.

Pero «quien no quiere escuchar debe padecerSi por arrogancia y por obstinación corre a su pérdida... Permite, Enriqueta... insinuó el señor Hellinger tímidamente. Yo nada permito, querido Adalberto replicó ella. ¡Quien no quiere escuchar, digo, debe padecer!

Este niño y sus hermanas van a quitarme los pocos días que me restan de vida. Si les permito hacer su gusto, la señora me riñe, y más quisiera ver al sol apagado que a la señora colérica.

Mira, Fernandito, vida mía; te he dicho que no hables en ninguna parte... Eso no es cuestión de clima. ¿Te enteras?... De modo que mañana vuelves al colegio y le dices a ese señor rector, de mi parte, que yo no permito que Paquito comulgue sin estar convenientemente preparado... ¡He dicho!

Bien me dijo, te permito leer a Walter Scott; sin embargo, yo mismo lo reeleré para hablar de ello contigo, pero prométeme no volver a hacer más travesuras. Se lo prometí de todo corazón, y desde entonces tuvimos nuevo asunto para discusiones y porfías, porque naturalmente, nunca fuimos de la misma opinión.

Procuraban todos aplacarle, y la madre decía: «No seas loco, hijo mío. Vaya, puedes montarte a caballo en la viga del patio, y te permito que le pongas al gato las cáscaras de nuez en sus cuatro patitas