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Actualizado: 5 de junio de 2025


Trabajaba para nosotras, que se quitaba la vida, él bueno de Francisco; pero viejo, también adoleció, y al hospital se lo llevaron, y otro día fuimos acompañando su cadáver como habíamos acompañado el de mi padre.

Bonito genio tengo yo para estas cosas... ¡Ah! ¡Pues si esa hiciera caso de , y se dejara llevar...! Lo que es ahora, yo le aseguro que sus dos o tres mil duros de pensión no se los quitaba nadie... Lo primerito que yo haría era plantarme en casa de doña Bárbara y leerle la cartilla bien leída... Y lo haré, lo haré, aunque esa simple no me autorice.

Pero, puesto que tenía que perderla sin remedio, hiciera lo que hiciera, y la herencia también, puesto que tenía que romper todo vínculo, menos el que lo desagradaba y le quitaba todo motivo para reformarse, no podía imaginar que le quedara, después de la confesión de su falta, otro porvenir más que enrolarse como voluntario.

Clementina, separada de ellos solamente por la mesa, no les quitaba ojo. Veía á Roussel desplegar todas sus gracias y pensaba: "No pierde el tiempo para apoderarse de la muchacha; ¡cómo la engatusa! La pobre se dejará coger por sus hermosas palabras, porque no le conoce, pero yo la ilustraré acerca de ese zorro viejo y ella volverá al justo conocimiento de las cosas."

Mientras pronunciaba estas feas palabras, daba vueltas por la estancia, se quitaba el sombrero, se encogía de hombros y hacía otros gestos extravagantes. Por último soltó una carcajada. Mira, Gonzalillo le dijo don Feliciano. Acabas de pasar una pelona... pero ya vendrán tiempos mejores. Tras de lo malo siempre viene lo bueno. Las cosas del mundo hay que tomarlas con cachaza, mi queridín.

Un tañido para Hermana de la Caridad o Hermanita de los Pobres, dos para fraile o clérigo, tres para dignidad eclesiástica: a los simples mortales les anunciaba de palabra un criado, y gracias si se quitaba la gorra.

Y, sin embargo, aquella noche solemne, al contemplar la colcha de flores azules, el doblez humilde y corto de las sábanas limpias, las almohadas angostas y blandas, le pareció que todo aquello le sonreía con su frescura y con su aspecto de íntima familiaridad, mientras él se quitaba las botas y calzaba las babuchas.

No se le quitaba Sancho del lado, el cual alargaba cuanto podía el cuello y la vista por entre las piernas de Rocinante, por ver si vería ya lo que tan suspenso y medroso le tenía.

Ya tenemos a Periquito hecho fraile dijo doña Lupe, que después de haber recibido el estrujón en el pasillo, entraba tras él, radiante de dicha, porque se le quitaba de encima aquella fiera boca . ¿Y de dónde? De Orihuela, tía replicó el clérigo frotándose las manos . Mala catedral; pero ya veremos si sale una permuta. Canónigo te vean mis ojos, que Papa como tenerlo en la mano.

Un mozo de cuadra, moviéndose con precaución junto al caballo, coceante de dolor, le quitaba la silla, echándole después a las piernas unos lazos de correas que las agarrotaban, uniendo las cuatro extremidades y haciendo caer al animal al suelo. ¡Ahí, valiente!... ¡Duro! ¡duro con él! seguía gritando el encargado de las caballerizas, sin dejar de mover manos y pies.

Palabra del Dia

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