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Actualizado: 14 de junio de 2025
El rio, como si quisiese cerrarle el paso á la invasion del mundo comercial hácia el corazon de la Europa, se divide, abajo de Basilea, en innumerables brazos, casi todos de muy difícil navegacion, que se juntan, se bifurcan y entrecruzan, formando un inmenso laberinto de islotes, unos desiertos y apénas medio asomando como playas, otros mas determinados y cubiertos de gramíneas, otros pantanosos y dislocados, y otros en fin revestidos de caprichosos bosquecillos de sauces que inclinan su pálido y triste follaje sobre las ondas lentas y vagarosas del rio, salpicadas de estacadas que indican los altos y bajos del lecho para mostrarle al navegante la vía que debe seguir.
Mira, estoy loca de contenta... y si quisieras.... ¿eh? Di que sí. Si quisiese.... ¿Se te antoja algo más? No, hijita, basta por hoy, basta. No, nada de compras... pero esta noche... quería ir al concierto a lucir el espejo... mira tú, ni las de Amézaga ni esa jamona de Luisa Natal lo tienen... ni sabían que en Vichy lo hubiese... van a quedarse de una pieza... anda, Periquín; que sí, ¿verdad?
Díjele, al partir, a don Fernando que por el mesmo camino de aquélla podía verme otras noches, pues ya era suya, hasta que, cuando él quisiese, aquel hecho se publicase.
-No sé esas filosofías -respondió Sancho Panza-; mas sólo sé que tan presto tuviese yo el condado como sabría regirle; que tanta alma tengo yo como otro, y tanto cuerpo como el que más, y tan rey sería yo de mi estado como cada uno del suyo; y, siéndolo, haría lo que quisiese; y, haciendo lo que quisiese, haría mi gusto; y, haciendo mi gusto, estaría contento; y, en estando uno contento, no tiene más que desear; y, no teniendo más que desear, acabóse; y el estado venga, y a Dios y veámonos, como dijo un ciego a otro.
Púsose Butrón al oír a Pulido muy enfadado, levantando los brazos como si quisiese coger las bambalinas. ¿Que trae cara de presidenta?... ¡Pues se quedará con la cara, Pulido!... ¡No faltaba más!
Llegó la Tribuna a saber de memoria al capitán de la Bella Luisa, sus hábitos, sus viajes, sus caprichos, y el eterno proyecto de matrimonio, diferido siempre por altas razones de conveniencia, que explicaba Ana con sumo juicio y cordura. Si ella se quisiese casar con algún artista de esos ordinarios, un zapatero, verbigracia, cansada estaría de tener marido; pero ¿para qué?
Si se te muere debes alegrarte, porque si vive te dará muchos disgustos». A Fortunata le indignó esta idea; pero no se atrevió a contradecirla. Que dijera todo lo que quisiese. Su plan era no contestarle nada, a ver si se aburría y se marchaba pronto. «Tiene a quien salir añadió Maxi con lúgubre ironía . Su papá es de oro... No necesitas decirme que no te hace caso... Harto lo sé.
En sus mejillas pálidas, había dos puntos encendidos que ganaban en viveza a las cintas del gorro, y realzaban la mirada impaciente de sus ojos brillantes y atrevidos. Se le desprendía el cabello inquieto, como si quisiese, libre de redes, soltarse en ondas libres por la espalda.
Despues de eructar tres ó cuatro veces, porque el señor Juez tiene esta fea costumbre, dijo que la única persona que podía salvar á Basilio era el P. Camorra, en el caso de que lo quisiese y miraba con mucha intencion á la joven. El la aconsejaba tratase de hablar con el cura en persona.
Y como al decir estas palabras, por más que quisiese disimularlo, se la fuesen los dulces ojos a Margarita hacia Cervantes, mucho tuvo que hacer doña Guiomar para no dar indicios de la enemistad y aun del odio que en aquel mismo punto nació en ella contra Margarita.
Palabra del Dia
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