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Actualizado: 14 de junio de 2025
Creo que no nos dejará mal, porque en el fondo es un buenazo. A poco que se le raspe la corteza de hereje, sale aquella pasta de ángel de otros tiempos. Quédate con Dios. Volvió Jacinta al comedor. Si cumplió o no el encargo de Guillermina, lo veremos a su tiempo.
Volvió la bestia al gabinete, y desde allí llamó con voz fuerte: «¡Isidora, Isidora!». Y viendo que esta no acudía, salió otra vez al pasillo y dijo en tono más humanitario: «No llevemos las cosas hasta el último extremo. Riquín está malo. Puedes quedarte aquí hasta mañana». Pero Isidora iba y venía recogiendo algunas cosas enteramente suyas. «Quédate, mujer, quédate hasta mañana».
Quédate conmigo, monaguillo insigne, que quiero con parte de estos regalillos pagar la buena gracia con que me acoges y hospedas toda noche en tu encogido aposento, librándome así del frío que derrama el zaguán de la iglesia o las plagas que derrama y llueve el mesón único que permite gallardamente el señor duque a estos infelices vasallos.
¡Hijo de mi alma, hijo de mi vida! gritó Torquemada con toda la fuerza de sus pulmones, hecho un salvaje, un demente no vayas, no hagas caso; que esos son unos pillos que te quieren engañar.... Quédate con nosotros....» Dicho esto, cayó redondo al suelo, estiró una pierna, contrajo la otra y un brazo. Bailón, con toda su fuerza no podía sujetarle, pues desarrollaba un vigor muscular inverosímil.
Vivía en una de las casas inmediatas al teatro Real, que sirven de alojamiento a los artistas. Tenía prisa; había de comer con aquel joven de la embajada y dos críticos musicales cuya presentación le había anunciado. ¿Y yo, Leonora? ¿No nos veremos más? Tú me dejarás en la puerta, y ¡hasta que volvamos a encontrarnos! Quédate unos días.
Pero deteniéndose a la puerta y volviendo sobre sus pasos, le dijo: Si me dieses palabra de ser formal, te llevaría a mi cuarto. Palabra redonda respondió el joven alegremente. ¿Nada de besitos? Nada. Júralo. Lo juro. Bien, quédate ahí un instante, y después vienes en puntillas, ¿sabes? Hasta ahora. Hasta ahora dijo Gonzalo apoderándose de una de sus manos y besándola.
Quédate en paz, causadora de mi guerra, y haga el cielo que los engaños de tu esposo estén siempre encubiertos, porque tú no quedes arrepentida de lo que heciste y yo no tome venganza de lo que no deseo. Acabando de leer la carta, dijo don Quijote: -Menos por ésta que por los versos se puede sacar más de que quien la escribió es algún desdeñado amante.
Abriose la puerta del salón, y nuestro criado José presentose para anunciarnos que estaba dispuesta la silla de posta. Mi madre y mis hermanas se arrojaron en mis brazos. Todavía tienes tiempo para arrepentirte dijéronme, renuncia a tu viaje... quédate con nosotras. Madre mía repuse, soy noble, tengo veinte años, y deseo que se hable de mí y hacer carrera, sea en el ejército o en la corte.
Este le recibió volviendo el rostro, evitando su mirada, con un gesto complejo y contradictorio. Sentía la cólera de su vencimiento, la vergüenza de su debilidad, y junto con esto la gratitud instintiva del que se ve librado de un mal paso por una mano violenta que lo maltrata y lo salva. ¡Quédate, Tòni! dijo con voz sorda . Nada hay de lo dicho.
Hubo un momento de silencio, y después prosiguió: Quédate tú. Estaban en el gabinete de la dama. Ella se despojaba de sus joyas frente al espejo de su tocador, alumbrado por dos bujías de color de rosa. El marido la veía retratada por el cristal de fondo misterioso y de sombras movedizas.
Palabra del Dia
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