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Actualizado: 14 de septiembre de 2025


Un brasileño insinuó dulcemente con lenguaje mesurado y cortés: «Se os senhores dâo licença...». Y el Brasil entraba igualmente en la gran alianza. ¡Viva la América latina!... Alguien se fijó en mi humilde persona y en el adorno que llevo junto a un ojo. «¡Ah, pobre galleguito simpático!» Y prorrumpieron en vivas a la «madre patria», a la vieja España, ensalzándola melancólicamente, como si hablasen de una abuela que se les hubiese muerto hace años.

Se lo pido en nombre de su hijo, en nombre de Carlos, que nos espera, que nos escucha tal vez. ¡Dios mío! exclamó Juanita juntando las manos; ¡por qué no está él aquí para cerrar mis párpados, para recoger mi último suspiro! Y, arrebatada por su amor y por la intensa amargura que sentía, dirigíale la más tierna despedida, hasta el punto de que Isabel y Fernando prorrumpieron en amargo llanto.

Continúa la floración eterna. Canta el viento. Se oye la carcajada de la Orgía, se sonríe el Amor. Palpita un beso, y entre flores, se yergue la mañana brindando con el sol, ¡copón ardiendo...! En la bahía entró. ¡Le "embotellaron!" todos a voz en grito prorrumpieron Los enemigos yankees le siguieron y con potente escuadra le cercaron.

Momaren quedó mudo, pues el hecho le parecía tan inaudito, que no encontraba palabras. Los invitados prorrumpieron en alaridos de indignación: ¡Insolente animalucho!... ¡Qué atrevimiento el suyo!... ¡Venir á perturbar con sus patas inmundas una fiesta de alta intelectualidad!...

Al oir el estupendo desenlace de tan extraña aventura, cuantos había en el corro prorrumpieron en una ruidosa carcajada, mientras uno de ellos dijo al narrador de la peregrina historia, que era el único que permanecía callado y en una grave actitud: ¡Acabáramos de una vez!

Fíjate, mujer solía decirle . Ayer estabas bastante aliviada, pero hoy te encuentro mucho peor. ¡Qué quiere usted, mamá! Debe de ser el mareo... El acento es uno de los grandes encantos de Galicia. Cuando yo llegué, los primeros amigos a quienes vi prorrumpieron en ayes lastimeros. ¡Fulaniño! me decían . Vendrás muy cansadiño. ¡Pobriño!...

Tómalo cuando se te antoje.... Tómalo, hija, tómalo.... A me basta con nada.... Al pronunciar estas últimas palabras visiblemente enternecido, quisieron arrasársele los ojos de lágrimas. Todos dieron muestras igualmente de enternecimiento y prorrumpieron en frases de conciliación.

Seguíanla por las calles infinidad de moriscos, que al escuchar el pregón prorrumpieron en llantos y lamentos, siendo imposible relatar las escenas lastimosas que se desarrollaban en los lugares donde había más casas habitadas por familia de los infelices que eran expulsados, y así lo da á entender estas palabras de un autor coetáneo, el cual escribe que «fué día de gran tribulación y amargo desconsuelo para esta gente, que, aunque malos cristianos é indicados de traición, no podían salir sin pena de esta tierra, donde habían nacido

Al entrar en la barraca y darle de lleno la luz del candil, las mujeres y los chicos lanzaron un grito de asombro. Vieron la camisa ensangrentada... y además su facha de forajido, como si acabara de escaparse de un presidio saliendo por la letrina. Roseta y su madre prorrumpieron en gemidos. «¡Reina Santísima!... ¡Señora y soberana! ¿Le habían matado?...»

Las familias de los muertos y las almas sensibles prorrumpieron en alaridos de indignación contra la Compañía constructora. «Explotadores sin conciencia, que por hacer un buen negocio y aumentar sus dividendos llevan los hombres como bestias al matadero.» Y tenían razón; su protesta era justa. Decían la verdad.

Palabra del Dia

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