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El público sensato se mostraba descontento, los alabarderos aplaudian más furiosamente á medida que perdian la esperanza de vencer en aquella jornada, y su jefe, harto ya de oir los dicterios que contra la pieza proferia el más procaz de los habitantes del nido, encaróse con él, y díjole: «¿Cuántos años tiene usted, caballerito?» «Quince, para servir á ustedcontestó el interrogado con un aire que desmentia lo compuesto de las palabras. «Y ¿no le gusta á usted esta obratornó á preguntar el jefe de alabarderos. «, señortornó á contestar aquél, y añadió acto contínuo: «Y á usted ¿le agrada?» «A me parece una obra muy aceptablerepuso el imprudente amigo de la empresa.

Como un delirante, profería, ahora, interjecciones soberbias, creyendo menear aún en la mano el acero mortífero; y la lucha, entre el resplandor de las antorchas y de los haces de luna, se reconstruyó en su imaginación: Habiendo retrocedido algunos pasos, dibujó con la espada en el aire un reto circular y magnífico, prestando a la hoja terrible apariencia.

Presentación guardó silencio. Al cabo de un rato aquél volvió a zumbar, incurriendo en flagrante contradicción. ¡Presentacioncita, por Dios, no me deje usted morir así! Después de una larga pausa se oyó la voz de la niña que profería estas notabilísimas palabras: Mamá, haz lo que quieras. Inmediatamente Timoteo se sintió en los brazos de su futura suegra.

Animado por la risa de sus compañeros, que le contemplaban, hacía lo posible por burlarse del filósofo, tuteándole en voz alta, guiñando el ojo a sus amigos cada vez que profería una cuchufleta, abusando, en fin, groseramente del carácter benévolo y la inocencia del insigne pensador.

Le volvió la espalda, al mismo tiempo que desaparecía de su mano el revólver. Antes de alejarse murmuró varias palabras que no pudo entender Ferragut, mirándole por última vez con ojos despectivos. Debían ser terribles insultos, y por lo mismo que los profería en un idioma misterioso, él sintió más profundamente su menosprecio. No puede ser... Se acabó, ¡se acabó para siempre!...

Si no la puedes ver más que al diablo profería la joven haciendo esfuerzos por reprimir la voz, si la aborreces, ¿por qué te acercas á ella públicamente? ¿Por qué le das ese gusto sabiendo que á puede mortificarme? ¿No ves que la gente nos observa, que puede muy bien suponer que de aquella candela queda algún rescoldo?... ¿Te has figurao, hijo, que vas á ponerme en ridículo como has hecho más de mil veces con ella? ¡Que te se quite, niño!... Nuestro compromiso es de ayer y está sostenido por un hilito... Tomo las tijeras y ¡zas! lo corto... ¡Ya está cortado!... Ya no tenemos ... Conque por un lado y yo por otro...

Luego ya no silbaron más piedras. Algunos amigos del Cantó se lo llevaban casi a rastras en la obscuridad. Oyéronse sus gritos a lo lejos: profería amenazas, juraba vengarse... «¡Mataría al forastero! ¡

No se le sentía cuando profería suavemente alguna frase galante que conmovía y ruborizaba a las doncellitas o hacía soltar alegres carcajadas a las matronas. Placíanle, sobre todo, los apartes, las conferencias íntimas. A pesar de los años, sus ojos, a la vez desvergonzados y respetuosos, dulces y chispeantes, fascinaban a las damas.

Lo que más me asombraba, causándome cierto espanto, era que Marcial, aun en aquella escena de desolación, profería frases de buen humor, no si por alentar a sus decaídos compañeros o porque de este modo acostumbraba alentarse a mismo. Cayó con estruendo el palo de trinquete, ocupando el castillo de proa con la balumba de su aparejo, y Marcial dijo: «Muchachos, vengan las hachas.

Aprovechando estas ventajas, continuó Edmundo rápidamente: Pero, estamos aquí para un bautizo y lo tendremos: Yo te bautizo, Tomás La Suerte, según las leyes de los Estados Unidos y de California, y... en nombre de Dios. Amén. Por primera vez se profería en el campamento el nombre de Dios de otro modo que profanándolo.