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Actualizado: 8 de julio de 2025
Respondía ella que todo se arreglaría del mejor modo posible; y con otra cuchufleta, más o menos punzante para su amigo, daba por terminada su conversación con él. Entretanto, iba creciendo la niña, y con ello los sobresaltos de la madre; porque, a mayor inteligencia, correspondían mayores riesgos en aquel semillero de peligros.
Lejos de corregir el juicio que había formado yo del temperamento de los tablanqueses al «verlos pasar», como quien dice, en el porche de la iglesia o en las callejas del pueblo, me afirmé más y más en él cuando los traté de cerca en la cocina de mi tío y logré estudiarlos en pleno ejercicio de todos sus componentes físicos e intelectuales; porque allí y sólo allí era donde exponían y ventilaban los asuntos más importantes de su vida, al calorcillo de las fogatas de la cocinona y bajo la presidencia de don Celso, que siempre daba en el clavo de lo mejor y más conveniente, lo mismo con una cuchufleta que con un dictamen formal.
El pobre Mendoza no hacía en clase nada que no fuese tuerto; en todo hallaba motivos el cura para soltar una cuchufleta o un sarcasmo que hacía prorrumpir en carcajadas a los alumnos: cuando le sacaba al medio para traducir, ya sabían todos que había jarana para rato.
De otra suerte se exponía a que el mismo objeto de sus expansiones cariñosas le respondiese con alguna cuchufleta como le sucedió más de una vez. Gracias a estas diligencias y a tal aprendizaje que fué para él rudo, logró que se le respetase algo más, que se le mirase como hombre chic, suprema felicidad a que no es fácil llegar en esta mísera existencia planetaria.
Animado por la risa de sus compañeros, que le contemplaban, hacía lo posible por burlarse del filósofo, tuteándole en voz alta, guiñando el ojo a sus amigos cada vez que profería una cuchufleta, abusando, en fin, groseramente del carácter benévolo y la inocencia del insigne pensador.
Hace una hora que le busco, porque mi corredor me dice que las acciones siguen bajando y ya es tiempo de largarlas. Decía mi corredor, como diría mi zapatero. Quilito contestó: En la Bolsa le encontrarás. Y cuando el otro salía, acompañado del chasquido de sus suelas, le asestó esta cuchufleta: ¿Y qué tal la diputación? ¿te nombran; quiero decir, te eligen, por fin?
Bien puede usted asegurar, don Federico dijo la tía María , que no hay asunto para el cual no tenga mi hijo, venga a pelo o no venga, un cuento, chascarrillo o cuchufleta. En este momento se entraba don Modesto por el patio, tan erguido, tan grave, como cuando se presentó a Stein en la salida del pueblo, sin más diferencia que llevar colgada de su bastón una gran pescada envuelta en hojas de col.
Palabra del Dia
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