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Actualizado: 1 de mayo de 2025


En la iglesia el Obispo está rezando, Y oid lo que está el malo publicando. En pregon dice: "Pena de la vida, A la Iglesia mayor nadie se atreva Por hoy ir, porque es cosa conocida, Que el Obispo intencion muy mala lleva. Y pues que la tenemos ya sabida, No habernos menester, dice, mas prueba." Ayala su alguacil prestamente Al templo para echar fuera la gente.

Es fama que hallándose en Amsterdan, topó un dia con un español su amigo recien llegado á aquellas tierras, i como este le dijese: Oh señor Henriquez, yo quemar vuestra estátua en Sevilla! respondió prestamente con gran risa: Allá me las den todas.

Esta proposición apagó el ardor de Blasillo, que llenó prestamente su copa sonriendo: Viremos, pues, en redondo, comandante. , Blasillo, tal es la suerte que me espera en Egipto, si el bauprés de mi tartana se dirigiese hacia ese suelo encantado. ¿Y por qué, comandante?

Tres casas y buhios muy crecidos Aquí Zárate halla, su gente Aloja: que los indios escondidos Vacios los dejaron prestamente. De á poco con cautela son venidos, Con cruces en las manos de repente, Diciendo, que huyeron temerosos, Y de la cruda muerte recelosos.

Hallábase una mañana Amparo en su cuarto vistiéndose para salir a la Fábrica, cuando sintió que una mano indiscreta alzaba el pestillo, y con gran sorpresa encontró delante de a Chinto, de un talante como nunca lo había visto la muchacha, pues traía el sombrerón ladeado sobre la oreja, los carrillos sofocados, el aire resuelto y un cigarro de a cuarto en la boca: preparativos todos que había juzgado indispensables el paisanillo para realizar la proeza de «cantar claro». La muchacha cruzó prestamente su bata que aún tenía sin abrochar, y arrojó al osado una mirada olímpica; pero Chinto venía tal, que ni las ojeadas de un basilisco le hicieran mella.

Estando Capitana y Almiranta Entrambas al traves, sale la gente A tierra, se aloja alegre y planta Haciendo sus chozuelas prestamente. El Zapicano ejército se espanta, De ver tantos cristianos de presente, Y acuden con gran copia de venados, Avestruces y sábalos, dorados.

Viendo D. Alvaro este gran desorden, hizo echar bando que cualquiera que matase uno destos que se iban al campo de los turcos, le diesen seis escudos, y así mataron algunos, y así no se huían tantos, y acaeció alguna vez que yendo á matar á los que se iban huyendo desta manera, los que iban tras ellos con sus armas para matallos, se huían también y se pasaban á los turcos, y había muchos que deseaban esta ocasión para huirse; y como los turcos vieron que los cristianos mataban aquéllos que se pasaban á su campo, en saliendo alguno, venían prestamente á defenderle, y al que tomaban á la hora le vendían, y ningún día había que entre día y noche que así de las galeras como del fuerte no se huyesen de 25 hasta 30 hombres, y destos, porque los turcos tenían relación cada hora de lo que se hacía de dentro del fuerte y en las galeras, y habían de mar y tierra aviso de todo, y la causa porque se huían era porque no les bastaba el agua que les daban, y porque era salada y les ponía más sed, y eran forzados de escoger este partido de irse con gran peligro de su vida á beber del agua de la gruta, la cual asimismo era salada, mas tan fresca, que con todo eso bebían hasta hartarse; mas pocos de éstos escapaban, y tenían por menos mal éstos ser captivos, que verse morir sin tener otro remedio, y no había día que por falta del agua de los enfermos y heridos no muriesen 25 ó 30 personas, y vinieron á comer los asnos y los caballos de una compañía que allí quedó, de la cual era capitán Bernardo de Quirós, y asimismo comieron los camellos que habían tomado á los moros, y una gallina se vendía por siete escudos, y no se hallaba, para los enfermos y heridos, y un cuartucho de agua de la cisterna se vendía, vez había, por medio escudo ó uno de oro.

Puse en orden los papeles y me levanté prestamente. ¡Cómo! Hija desnaturalizada, ¿te vas sin darme un beso? ¿Me tienes rencor? respondí apretándole la cabeza con las manos y besándole en la calva; , porque veo que tienes prisa de desembarazarte de . Mi padre dio un golpe en la mesa con mucha furia. Faltas a la verdad a sabiendas... ¡Vete de aquí o te tiro mi Aristóteles a la cabeza!

Colgóle D. Gabriel y prestamente, Despacha á Santa Cruz de aquel paraje Los indios Guaranies, y la gente Que dije que vinieron, y un mensage A D. Diego le envia diligente, La palabra le dando y homenaje, Que venga, que al Virey hará servicio, Y que él le será en todo muy propicio.

Durante un segundo la joven sostiene esa mirada; después baja los párpados y dice, un poco turbada: ¿Dónde estará Martín? En el molino, seguramente. ¡Ah! en el molino; confirma ella en seguida. Y añade alejándose prestamente: Voy a buscarlo. Maquinalmente casi, el militar sigue con los ojos la figura de la muchacha que atraviesa el patio con paso leve.

Palabra del Dia

hociquea

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