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Actualizado: 17 de julio de 2025
Una noche le sorprendió la policía, y cerrando la imprenta se llevó al dueño al Saladero, donde permaneció, gastándose los ahorros en un cuarto de pago, hasta que el 29 de Setiembre las turbas le sacaron poco menos que en triunfo con otros presos políticos.
Al salir de Malta quedaron nueve galeras que no partieron con la Capitana: las ocho dellas partieron aquella misma noche: la patrona de Cigala se quedó en el puerto: las ocho siguieron el mismo marinaje que las primeras: llegaron á los Gelves con dos horas de día á la misma Roqueta donde las otras habían estado, y teniendo necesidad de tomar agua, juntáronse los Capitanes de infantería española; fueron á hablar al Duque de Vivona, que venía en la Capitana de Florencia, para ver si la hacían; el Duque les dijo que iba allí como hombre particular, que no tenía cargo para dar orden; que ellos, como hombres de guerra, viesen lo que era menester, que él les favorescería con su persona y criados, y ansí determinaron los Capitanes de salir en tierra con sus Oficiales y hasta 300 hombres, hecho un escuadrón. Dellos apartaron hasta 30 arcabuceros, y pusiéronlos en un alto, cerca del escuadrón, para que tirasen de allí unos moros de á caballo para que no se acercasen á estorbar el hacer del agua, y ansí estuvieron todo el tiempo que duró el hacerla. Hecha el agua, se comenzaron á embarcar algunos soldados, y con ellos el Capitán Joan de Funes, y el Capitán Joan del Aguila había harto que había embarcado diciendo que no se sentía bueno. Los otros cinco Capitanes no se quisieron embarcar hasta los postreros. En esto se levaron unas galeras para mejorarse á otro puerto á donde descubriesen los moros para tirarles. Como los enemigos les vieron vueltas las popas y retirarse los arcabuceros que les tiraban para irse á embarcar, cerraron con ellos y rompiéronlos. Entrando dentro en la mar, secutándolos, mataron y prendieron hasta 150 hombres; los presos fueron muy pocos; murieron todos cinco Capitanes peleando muy valerosamente delante sus soldados. El Capitán Adrián García, Pedro Vanegas, Pedro Belmudes, Antonio Mercado y D. Alonso de Guzmán.
Antes de ella, el 25 de Mayo de 1809, habia estallado en la Paz y Chuquisaca una Revolucion; pero habiendo sido sofocada, sus corifeos se hallaban presos en Buenos Aires, cuando en la plaza que hoy decora un sencillo monumento el pueblo se presentó como una entidad.
Y con mano temblorosa hojeaba los manuales usados, desde el modesto abecedario hasta los imponentes tratados de geometría y álgebra; los cuadernos de escritura, de cálculo y de análisis con que se ejercitaban poco a poco sus dedos, su ingenio y su corazón, y en los que se encontraban dibujos fantásticos y observaciones imprevistas, de esas que indican el buen o mal humor de los escolares, como en los presos las paredes de la cárcel, o pensamientos cándidos de este género: ¡Si mi tío pudiera ser mi institutriz! grito del corazón acompañado de un pintarrajo que representaba al buen tío con los anteojos de miss Dodson...
Hace saber el obispo en su carta-excomunion, á los Sres. dean y cabildo, capellanes mayores de la capilla de S. Pedro, y á los demas rectores y clérigos de todas las iglesias de la ciudad de Córdoba y su obispado, que habia seguido algunos procesos contra D. Alfon, señor de la casa de Aguilar, así de oficio como á peticion fiscal y del cabildo, sobre la quema de las casas obispales y fraccion de la santa iglesia, como tambien por haberse apoderado de las rentas de los diezmos de Cañete por su propia autoridad muchos años, por lo cual habia incurrido en excomunion mayor; y debiéndose guardar entredicho, lo declaraba y mandaba se tuviese por tal por las causas siguientes:==«1.ª Porque habia D. Alfon dado muchas armas y caballos á los moros; 2.ª porque prendió seis canónigos de esta santa iglesia porque obedecieron los mandamientos apostólicos, y los tuvo presos mas de seis meses siendo presbíteros, diáconos y subdiáconos; 3.ª por haber tenido como tenia la torre de la iglesia y obra de ella encastillada; 4.ª por el quebrantamiento de las casas obispales y quema de ellas, y por la fraccion de la iglesia; 5.ª porque habia muchos años que tenian impuesta imposicion en esta ciudad llevando de dicho Sr. y de su clerecía y religiosos y conventos de ella la dicha imposicion, debiendo ser por lo mismo excomulgados con el referido D. Alfon los siguientes: García Mendez de Sotomayor, comendador de la órden de Santiago, Alfon del Castillo, Ferran Cabrera, Pedro Mendez el mozo, Alfon Mendez, Pedro de Cárdenas, Gonzalo de Mesa, Alfon de Angulo, Juan de Angulo, Juan de Sosa, Ferrando de las Infantas, Ferrando de Luna, Juan de Cárdenas, Pedro Gonzalez de Mesa, Pedro de Hoces, Pedro Cabrera, Pedro de Aguayo, Anton Cabrera, Pedro de Córdoba, Gonzalo de Cárdenas, el bachiller Gonzalo de Zea, Martin de la Cuerda, Pedro de Torreblanca, Diego de Ferrera, Sancho de Córdoba, Diego de Córdoba, su hijo, Juan de Valenzuela, el bachiller Alfon Rodriguez, Juan de Baeza y Ferrando de Baeza, veinticuatros de Córdoba, los cuales habian concurrido con D. Alfon, señor de Aguilar, en la referida imposicion.
Por las conversaciones de los demás compañeros, pude enterarme de que en el pontón funcionaba una logia masónica llamada Fe y Libertad, que tenía agentes para relacionarse con los presos de los demás pontones, y no sólo con los presos, sino también con algunos oficiales de la guarnición.
En la tropa habían resultado cinco heridos. Colocáronlos como pudieron en andas improvisadas y emprendieron nuevamente la marcha. Lo mismo los soldados que los presos caminaban silenciosos y tristes, profundamente impresionados por el trágico suceso que acababa de ocurrir.
¡Efectos del temor en los jugos gastro-intestinales! pensó Basilio. Despues se encontró con Tadeo que tenía cara de Pascuas. Al fin la cuacha eterna parecía realizarse. ¿Qué hay, Tadeo? ¡Que no tendremos clase, lo menos por una semana, chico! ¡sublime! ¡magnífico! Y se frotaba las manos de contento. Pero ¿qué ha pasado? ¡Nos van á meter presos á los de la Asociacion! ¿Y estás alegre?
Llevaba un dia el alcalde mayor dos homicidas presos, y de acuerdo de D. Alonso y algunos caballeros salieron otros á quitárselos. El alcalde se defendió, y fué herido.
Por último, tocaron a las ocho de la mañana en las primeras casas de los arrabales de... Los habitantes de la capital habían tenido noticia del repentino golpe que su gobernador militar había dado a los carlistas de Nieva, y una gran muchedumbre, reunida en las calles, esperaba impacientemente para ver desfilar a los presos.
Palabra del Dia
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