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Actualizado: 22 de mayo de 2025


En la fisonomía de Adolfo se pintaban el pasmo, la duda, el susto, la risa... mientras decía incoherentemente: O es una broma de Ignacio... O Coca me ha engañado... O es una superlativa coincidencia... Laura y Coca preguntaban de nuevo: ¿Qué?... ¿Cuál?...

¡Josú! ¡Y qué reguapa va a salí nuestra morena! decían las vecinas hablando de la Virgen . El señó Juan corre con todo. Va a rabiá media Seviya. El espada, cuando le preguntaban acerca de esto, sonreía modestamente. El había tenido siempre mucha devoción a la Macarena.

Cargamos cuanto pudimos nuestra náo de arroz, mandioca y maiz, y salimos con ambas náos y con el capitan Alonso Cabrera y sus soldados de Santa Catalina, navegando á Buenos Aires; y hallándonos á 20 leguas de la ciudad, víspera de Todos los Santos, en el rio Paraná, se preguntaban los marineros unos á otros, si estaban ya en el rio Paraná.

Y luego siguió con el misereatur vestri; hecho que se hará dudoso á cuantos no estuvieron presentes, pero así es, y así sucedió. Instaban despues los indios, para que se les declarase por el Justicia Mayor las reglas que debian observar en adelante: preguntaban si las tierras de los españoles serian todas pertenecientes al comun de los indios: se les respondia que .

Miradla; parecía una reina. ¡Quién podría figurarse, al verla con aquellos trajes, que la había tenido en su barraca, y en las tardes de sol jugaba en la cuadra con Nelet y otros chicos, entre el macho, el novillo y los dos cerdos! Aún se acordaban todos de ella y eran muchos los que le preguntaban por su salud. No; de aquel año no pasaba.

Exigía dinero a los ricos, y con gestos de actor que se ve contemplado por inmenso público, socorría de vez en cuando a una pobre vieja, a un jornalero cargado de familia. Estas generosidades eran agrandadas por los comentarios de la muchedumbre rural, que tenía a todas horas el nombre de Plumitas en los labios, pero era ciega y muda cuando preguntaban por él los soldados del orden.

Una tarde, después de comer a la francesa, gran novedad en el pueblo, donde el clásico puchero se servía en casi todas las casas de doce a dos, Emma, que bebía a los postres una copa de Jerez superior auténtico, traído directamente, por encargo de la señora, de las bodegas jerezanas, se quedó mirando a su marido fijamente, con ojos que preguntaban y se reían, burlándose al mismo tiempo; mientras sus labios y el paladar saboreaban un buche del vino andaluz que ella zarandeaba con la lengua voluptuosamente.

Aunque el hombre se habitúa antes a la dicha que al dolor, sus corazones permanecieron varios días en suspenso. Temían ser víctimas de una ilusión; no se atrevían a felicitarse de un milagro tan poco esperado, y se preguntaban si esa apariencia de curación no era el supremo esfuerzo de un ser que se aferra a la vida, el postrer relámpago de una lámpara que se apaga.

La llegada de un forastero, con especialidad si el forastero gasta levita y colmena, esto es, sombrero de copa alta, es siempre un acontecimiento extraordinario en todo lugar de tierra adentro en Andalucía. La curiosidad se excita vivamente, y no hay nadie que no pregunte: «¿A qué habrá venido por aquí este señor?». Esto preguntaban los villafrianos o villafriescos apenas vieron a D. Gregorio.

Los trabajadores que tenían más confianza con él, sonreían al sorprender las miradas involuntarias con que acariciaba este adorno de la solapa, mientras pasaba revista á los talleres. ¿Cuándo es la boda, don Fernando? le preguntaban. Y él contestaba con una sonrisa de enamorado, contento de la vida, como si desease comunicar algo de su felicidad á cuantos le rodeaban.

Palabra del Dia

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