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Actualizado: 6 de julio de 2025
El peligro era inminente; hallábase una de las ruedas traseras fuera del camino, sostenida sobre el precipicio tan sólo por el tronco de un roble inclinado, cuyas raíces se sentían crujir y ceder a cada momento, arrancando grandes pelotones de tierra... Un instante perdido, un solo movimiento de cualquiera de los espantados brutos, y coche, caballos y viajeros rodarían por el alto repecho de la cuesta, haciéndose trizas.
La arquitectura no hacía gran falta aquella ciudadela, y sin embargo, alguna vez, por una especie de coquetería, el montañés adornaba la arista del precipicio con un muro almenado, que permitía á sus hijos jugar sin riesgo en toda la extensión de la meseta, y desde cuyas alturas podía espiar á gusto cuanto se divisara en las cercanas pendientes.
Hay que sostenerse muchas veces en una pendiente de nieve helada, en la cual un paso mal dado cuesta la caída al precipicio. Otras veces hay que arrastrarse por un ventisquero, agarrándose á una aspereza de la nieve que, si se rompe, ocasiona el desplome en una sima, cuyo fondo no se ve.
Aquellos seres que se hallaban a las puertas del sepulcro, secos y descarnados como esqueletos, volvían a recobrar sus fuerzas para la matanza. No vacilaban ni estaban entorpecidos; cada cual cogía su piedra y la arrojaba al precipicio, volviendo a coger otra sin perder tiempo y sin mirar siquiera lo que pasaba debajo.
Juventud, flor divina de mi tierra, el horizonte se abre a tu camino... Mira las cumbres... Tu progreso encierra el ideal del pueblo filipino. Es verdad que jamás falta en la ruta de ía existencia, un negro precipicio... Pero ¿qué importa? Tu alma no se inmuta y está dispuesta siempre al sacrificio.
¡Máximo! ¡Máximo! por favor, por piedad, en nombre de Dios, hábleme, perdóneme. Me levanté y la vi en el hueco de la ventana, en medio de una aureola de pálida luz, con la cabeza desnuda, los cabellos caídos, la mano crispada sobre el travesaño de la cruz, y los ojos ardientemente fijos sobre el sombrío precipicio. No tema nada le dije. No me he hecho mal alguno.
Frecuentemente se ve llegar un insecto que hace esfuerzos ó que intenta subir sobre una hoja flotante, arrastrado también hacia el precipicio.
Con prudente cautela, y como por milagro, lograban que no tropezasen los caballos y las mulas en aquellos vericuetos y que no cayesen rodando en hondo precipicio con el jinete o con la carga que llevaban. Más propios de cabras monteses que de hombres eran aquellos sitios. Podría asegurarse que jamás se había estampado en ellos la planta humana.
La viuda estuvo largo rato contemplando fijamente el grupo de la ribera, que parecía ya una masa informe y movible. Su hijo, sentado sobre el césped, jugaba atascando de tierra la corneta. De pronto vino hacia él, le levantó entre sus brazos flacos y corrió hacia el borde del precipicio. ¡Mamá! ¿Dónde vamos? gritó el niño. La respuesta, si se la dio, debió de ser desde el cielo.
Ella se alzó entonces de su asiento, y volvió a mirarle con fijeza, con obstinación, con atracción invencible, como el viajero cuando va por el borde de un precipicio mira el abismo que le atrae, y ansía ver lo que hay en lo más hondo y tenebroso de su seno. Las lágrimas de doña Luz brotaron con mayor abundancia entonces.
Palabra del Dia
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