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Actualizado: 6 de julio de 2025
A veces se detiene, como ante un precipicio; a veces corre veloz, como una locomotora. Mezcla lo alto y lo bajo, lo noble y lo ruin, la mariposa y el estiércol, la mirla y el escarabajo, el dicterio y la canción. Todo sale embellecido y purificado de aquella péñola incomparable, péñola que hoy bendice todo un pueblo, y es lumbre de la humanidad.
El sitial del celebrante estaba colocado en el fondo de un precipicio, de modo, que desde mi asiento no se veía más que la cabeza y el busto del cura que parecía estar en penitencia. Los monaguillos se hacían mueca detrás de él sin que se le ocurriera sospecharlo.
Y oculto el rostro entre las manos, la mirada en el vacío, teniendo ante mi vista toda mi existencia, dudosa, sin fondo, como un precipicio, quédeme absorto. Al cabo de una hora volvió Oliverio y me encontró en el mismo estado: inerte, inmóvil, consternado. Cariñosamente me tocó en el hombro y me dijo: ¿Quieres acompañarme esta noche al teatro? ¿Vas solo? le pregunté. No replicó sonriendo.
A un grito de Tom Sickles fustigó Jacobo los caballos bárbaramente, azuzólos Fritz dando voces y el coche arrancó al fin crujiendo, bamboleándose un momento hacia el precipicio, dando, al entrar en la carretera, un vaivén violentísimo, que despidió al hombre dormido desde lo alto de su banqueta en mitad del camino, donde cayó inerte y pesado cual una piedra de diez arrobas, mientras el coche desaparecía entre una gran polvareda por el declive de la cuesta y seguía corriendo hasta llegar frente de Oiquina, donde pudo al fin Jacobo detener el tiro a la sombra de unas higueras, cubierto de polvo, sudoroso, jadeante... Ya era tiempo: el roble, descuajado por completo, cayó a lo largo del violento repecho del camino, quedando suspendido sobre el precipicio por algunas raíces.
Si algo empequeñece, a mi juicio, la figura histórica del emperador Augusto es que, según Suetonio, después de cenar jugaba a pares y nones. En vano Evangelina se esforzaba para apartar del precipicio al desenfrenado jugador. Lágrimas y ternezas, enojos y reconciliaciones fueron inútiles. La mujer honrada no tiene otras armas que emplear sobre el corazón del hombre amado.
Al borde mismo del mar, un sendero pedregoso pasaba por encima de un acantilado cuyo pie estaba horadado y formado por rocas desprendidas. Las olas se metían por entre los resquicios de la pizarra, en el corazón del monte, y se las veía saltar blancas y espumosas como surtidores de nieve. Algunos chicos no se atrevían a asomarse allí, de miedo al vértigo; a mí me atraía aquel precipicio.
El ciego seducido se apresta á obedecerla, pero la Razón se echa á sus pies para impedirle que toque á la fruta prohibida; el hombre, entonces, llama á su socorro á la Voluntad, y, desoyendo los avisos de los elementos, lanza á la Razón en un precipicio.
Si pudiera dar la vuelta un poco más allá de la cortadura, las cogería.» A fuerza de mirar y de inclinarme logré ver una esquina del escalón, por encima del precipicio. Al lado había un acebo bastante firme. Me así del acebo, extendí la pierna y, ¡ya lo ves!, aquí llegué. ¡Pero qué lucha, Hullin! El padre y la madre querían sacarme los ojos.
Semejante camino, hasta donde llegan las copas de los abetos más altos que suben del precipicio, tiene algo de siniestro, pero es seguro; si no se siente el vértigo, no hay peligro alguno en recorrerlo. Por encima, formando una media bóveda, avanzaba la roca cubierta de ruinas.
Hoy, que la esclavitud y el trabajo han construido caminos suntuosos para los cambios corruptores del comercio y para las invasiones de la guerra, las hoces se desarrollan de una manera menos amenazadora en las profundidades del precipicio y la cabra montes, sorprendida de que una mano servil haya osado embellecer su morada, no se aventura ya en los caminos del hombre.
Palabra del Dia
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