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Y en efecto, allí acudían todos los capitanes y pilotos que hacían escala en la villa. Su admiración a veces, rebasando un poco los límites de la gravedad británica, les impulsaba a aproximar demasiado las luengas barbas rubias al rostro de alguna bella. ¿Usted es bobo, cristiano? preguntaba ella poniéndole la mano en el pecho y rechazándole con fuerza.

La confidencia que tan difícil era con otra persona, resultaba fácil con la cocinerita, y el hombre se creció después de dichas las primeras palabras. « eres una inocente le dijo poniéndole la mano en el hombro , no conoces el mundo, ni sabes lo que es una pasión verdadera».

Yo no lo merezco. ¿A dónde puedo ir á estas horas sola? No conozco á nadie. Tengo miedo ... me voy á perder. Vamos, aquí tiene usted su ropa dijo Salomé poniéndole el lío en la mano. No, no lo puedo creer. Ustedes no serán tan inhumanas. Esperarán á mañana; esperarán á que venga él.

17 Ananías entonces fue, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo, hermano, el Señor Jesus, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19 Y cuando comió, fue confortado.

Animado, no obstante, de una esperanza loca, volvió corriendo a las cuadras, sacó su hermoso caballo de silla, y, poniéndole un freno, saltó sobre él en pelo, y se lanzó igualmente a escape por la carretera de Nieva. No llevaba espuelas ni látigo, mas el bravo animal obedeció a su voz, mejor dicho, a sus rugidos, y tomó un escape violentísimo. Los ojos del caballo veían el camino.

No le conviene á usted tomar ahora caldo ni cosa ninguna. A casa. Y poniéndole la mano en la frente, continuó: Tiene usted mucha fiebre: á casa pronto. La comitiva salió. El clérigo cogió el velón en sus robustas manos, y alumbró la escalera.

Había olvidado por completo que le estaba prohibido tomar parte en la lucha. Al ver aquello volví a reírme, salté al suelo y poniéndole la mano en el hombro le dije: A casa y a la cama, viejo mío. Tengo que contarle a usted la historia más graciosa que ha oído en su vida. Se volvió, absorto, y exclamó, estrechando mi mano: ¡Salvado! ¡Salvado! Pero en seguida refunfuñó como acostumbraba.

Hullin, por su parte, no vio en él mas que un loco, y poniéndole suavemente la mano en el hombro le dijo irónicamente: ¡Salud, Yégof! ¡Vienes sin duda a prestarnos el socorro de tu brazo invencible y de tus innumerables ejércitos! El loco, sin revelar la menor sorpresa, respondió: Eso depende de ti, Hullin; tu suerte y la de toda esta gente pende de tus manos.

¿Á que no sabes, Plutón dijo poniéndole familiarmente una mano sobre el hombro, por qué bebes tanto aguardiente? El minero, que se había sentado y acababa de vaciar una copa, miró á su compañero Joyana y ambos soltaron una grosera carcajada. Pues por hacerte un favor. Los tertulios rieron también.

A este punto, Lucía, vuelta ya de su asombro primero, se lanzaba a él, y poniéndole las dos manos en los brazos, le suplicaba ansiosamente: Don Ignacio, Don Ignacio... no me deje usted así.... Para lo que falta ya.... ¿qué trabajo le cuesta a usted quedarse? Yo no conozco a este señor... en mi vida le he visto.... Artegui oía maquinalmente, como oyen los catalépticos. Al fin se desató su lengua.