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Actualizado: 24 de mayo de 2025


De una iglesia que tuvo los techos pintados, y dorados de oro fino de lo más viejo de América los capiteles de los pilares, quedaba en pie, como una concha clavada en tierra por el borde, el fondo del altar mayor, cobijado por una media bóveda: un bosquecillo había crecido al amor del altar; la pared interior, cubierta de musgo, le daba desde lejos apariencia de cueva formidable; y era cosa común y sumamente grata ver salir de entre los pedruscos florecidos, al menor ruido de gente o de carruajes, una bandada de palomas.

En las construcciones de piedra, imitando lo antiguo, el tono gris oscuro de la pintura que pugna por ser vetusta, no consigue engañar la mirada, como las artistas jóvenes que creen hacerse viejas en las tablas blanqueándose el cabello y conservando la lozanía del cutis, no alcanza a producirnos la ilusión buscada... A lo lejos, en el confuso dibujo de la ciudad, algo inmenso que se extiende entre dos pilares colosales, casi perdidos en la bruma, es el puente de Brooklin.

Concluyóse la obra toda y la colocacion de la Maksurah en la luna de Recheb de este añoLos pilares que cargan á plomo sobre las columnas de la mezquita son por lo general sencillos y lisos en su paramento; pero los de la nave central son verdaderamente preciosos: tienen medias pilastras octogonales con capiteles de órden compuesto, de volutas prolijamente afiligranadas.

Pegado a uno de los pilares de la galería, procuro conservar buen continente, y sin hablar con nadie, contemplo la lluvia que rebota en las losas de colores del patio. Los bohemios están en el suelo, tendidos en grupos.

Había también acacias silvestres sosteniendo con endebles pilares una inmensa bóveda de hojas; numerosos fresnos de elegante figura, representando en su copa bien cortada la pulcritud clásica; espineras silvestres, tejos, álamos, moreras y otras varias clases de árboles, todos fraternizando en el pedazo de tierra parroquial que las aficiones selváticas del cura anterior les había asignado.

En efecto, D. Fadrique entró en la iglesia y se puso á buscar al poeta, á la sombra de los pilares y en los sitios donde menos se nota la presencia de alguien. Pronto le halló, detrás de un pilar y no lejos del altar mayor. Parecía D. Carlos tan embebido en sus oraciones ó en sus pensamientos, que nada del mundo exterior, salvo Clara, podía distraerle ni llamarle la atención.

Recuerdo que, viviendo yo en la ilustre y veterana Pilares, vinieron a visitar la urbe mis amigos madrileños Juan Lirio, pintor, y Pedro Lario, que no lo que era; él decía que espenceriano. Les acompañé como guía.

Decía mi padre, siguiendo la sapiencia búdica: «Cada hombre lleva su destino escrito en la frente con caracteres invisiblesBueno; me estoy retrasando, como el tren en León, el cual salió por último ya anochecido, y yo pasé durmiendo sobre las montañas nevadas. Pilares: la primera ciudad que yo veía.

Pero en medio de aquellas salas y en el centro de aquel intrincado laberinto, se erguía el grandioso templo erigido en honor de Crishna. En multitud de gruesos pilares, cuyas cuadradas bases tenían por pedestal sendas tortugas, se alzaban monstruosos elefantes, sosteniendo en sus lomos robustos el arquitrabe y el amplio friso sobre el cual se extendía la plana y sólida techumbre.

Ahora, aquello de ir a establecerse en Pilares, entre gente desconocida y bajo la tutela inmediata de la duquesa, le molestaba sobremanera. Pero, ¿qué remedio? Mi padre arrancó las raíces que le sujetaban a la hermosa tierra gallega y tomamos el portante para otra región, no menos hermosa.

Palabra del Dia

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