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Actualizado: 2 de junio de 2025


Los dos clientes se encogen de hombros y se marchan a ver los telegramas expuestos. En la primera alza las vendemos dice Jacinto. Y el alza vendrá en pocos días contesta Quilito convencido; ¡ya lo verás! Las ideas de pérdida y de insolvencia que, a pesar suyo, se entrechocan en su cerebro, les produce desagradable comezón. Si pierdo piensa Jacinto, pagará el viejo.

Yo experimento que siempre que tengo la sensacion de un movimiento que es ponerme la mano delante de los ojos, pierdo la vista de los objetos, y se me presenta otro que es siempre el mismo: la mano; si de esta coincidencia infiero la existencia de los objetos externos, queda destruida la supremacía del tacto, pues que para la formacion de semejante juicio influye la vista.

SANCHO. Tu padre dice que ya Tiene la palabra dada A un criado de don Tello: ¡Mira qué estrañas mudanzas! ELVIRA. No en balde mis esperanzas Colgaba amor de un cabello. ¿Que mi padre me ha casado, Sancho, con hombre escudero? Hoy pierdo la vida, hoy muero. Vivid, mi dulce cuidado; Que yo me daré la muerte. SANCHO. Paso, que me burlo, Elvira.

La cama me cuesta tres ó cuatro veces más que la mesa. Las tardes malas, en que pierdo hasta la última ficha, me contento con un emparedado de jamón á crédito en el bar del Casino. Yo soy de la escuela de un jugador de Madrid al que llamábamos «el maestro», y que nos decía: «Jóvenes, el dinero se ha hecho para jugar: y lo que quede, para comer

Yo me consumo cuando tengo que esperar, y cuando espero estúpidamente por la tontería de una persona, pierdo la paciencia en absoluto...». Volvió a oírse la quejumbrosa cantinela de Juan Evaristo, y Guillermina tiró de la campanilla para decir a la criada: «Mujer, entretenle; dile cositas. Algo debe de haberle pasado a esa mujer, cuando tarda tanto.

¡Ay, señor! respondió la Rufina María , si son de la nigromancía , me pierdo por ellas; que nací en Triana, y echar las habas y andar el cedazo mejor que cuantas hay de mi tamaño, y tengo otros primores mejores, que fiaré de vuesas mercedes si me la hacen, aunque todos los que son entendidos me dicen que son disparates.

Si le veía, se lo señalaría inmediatamente a toda su banda con el dedo, diciendo en alta voz: «¡Miradle, es un espía!» «Tendré que dejar de llevar gafas y cortarme la barba pensó Krilov . Si pierdo la vista, ¿qué le vamos a hacer? Además, el médico quizá se engañe y puede que yo no necesite gafas. En cuanto a la barba... verdaderamente no me cambiará mucho el quitármela.

Su retirada parecía una derrota, y le Tas, que esperaba noticias en la ventana, adivinó en seguida lo que ocurría. Así que la viuda llegó a su habitación exclamó: ¡Maldita jornada! ¿Se ha salvado? Está curada. No he podido ver al conde, ni creo verlo, y Le Bris casi me ha puesto en la calle. Si éste encuentra su clientela, pierdo el nombre que llevo.

Comprendió que el mejor partido era no excitar su naturaleza indómita, esperar que la amistad o su mismo orgullo la impulsasen a la generosidad. Hizo un esfuerzo para reprimir sus ímpetus ante la mirada altiva y provocativa de su amiga y dijo con abatimiento: Pues , Clementina, te lo confieso. Tu marido tiene en su poder lo poco que poseo. Si lo pierdo me quedo sin una peseta.

Lo que temo al reñir no es la muerte, sino que de todos modos la pierdo para siempre... Si yo le mato, ¿qué gano? Nada, porque me espera la cárcel... Se lo juro á usted por la gloria de mi madre, lo mejor que podría sucederme es que usted me matase... La voz se le anudó en la garganta al pobre mancebo al proferir las últimas palabras. Velázquez quedó inmóvil y silencioso.

Palabra del Dia

rigoleto

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