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Actualizado: 2 de junio de 2025
Nuevo silencio, que una y otra interrumpían para decir una frase vulgar sobre la vida del campo, el trabajo que da una mudanza... La de Vargas pensaba: Ni una palabra me ha dicho de Pablo, ¡qué mala es!... y tanto hablar de su estado de fortuna: sin duda teme que yo le pida algo; me guardaré bien de hacerlo. ¡Ay! ¿por qué habré venido?
Ahora pida usted perdón de su fechoría que no conozco ni quiero conocer. Clarita dijo Tristán mirando a su prometida que continuaba tapándose los ojos con la mano , perdóname lo que te he dicho. Te juro que te adoro, que te quiero con toda mi alma... ¿Cómo? ¿Cómo...? ¿Qué modo de pedir perdón es ese...? Hágame usted el favor de hacerlo como se debe.
Miró también Ponte al clérigo, después a la señora, atormentado por ciertas dudas que inquietaron su conciencia. «Benina es un ángel se permitió decir tímidamente . Pida o no pida limosna, y esto yo no lo sé, es un ángel, palabra de honor. ¡Quite usted allá!... ¡Pedir mi Benina... y andar por esas calles con un ciego!... Moro, por más señas indicó D. Romualdo.
Mostrando por esta prodigalidad cierta extrañeza un boticario de la población con quien alguna vez se dignaba hablar, le respondió con fría arrogancia: Pago una botella, porque me parece indecoroso que D. Pedro Quiñones de León pida una copa como cualquier c...tintas de las oficinas del gobierno político.
Si va usted a estar aquí muchos días, pida usted que le den el cuarto que yo tengo, porque la vista del mar es una delicia... Yo me voy pasado mañana. El señor. Hombre, se lo agradezco a usted mucho. Y luego, dirigiéndose al encargado: ¿Hay inconveniente en que ocupe la habitación de este caballero? El de la fonda. Ninguno. ¿Qué más nos da?
Ahora, si se casa conmigo me hará buena vida; ¡eso sí!, me dejará hacer lo que me dé la gana, me tocará su flauta cuando se lo pida, y me comprará lo que quiera y se me antoje. Si fuera su mujer, tendría un pañolón de espumilla, como Quela, la hija de tío Juan López, y una mantilla de blonda de Almagro, como la alcaldesa. ¡Lo que rabiarían de envidia!
Ganas me dan de ir a buscarle y traértele aquí de una oreja y obligarle a que te pida perdón y a que te bese los pies de rodillas. No, Antoñona. Veo que mi locura es contagiosa y que tú deliras también. En resolución, no hay más recurso que hacer lo que me aconseja el padre vicario. Lo haré aunque me cueste la vida.
El aliño de los sonetos, la suavidad de los actores, la sal de los graciosos, todo es tan propio en él, como las flores en sus plantas y los frutos en sus árboles. ¿Y quién hay tan insensato, que pida cuenta á la inmensa copia de Lope, de si hizo algunas comedias menores que otras, ó si dijo esto inferior á aquéllo?... ¿Quién es tan ciego, que no se le abran los ojos de la admiración al ponderar, que, sólo para ser leído lo que escribió este casi más que hombre, que no vivió más que algunos, es menester la vida del que más vive?»
¿Y de qué quieres que hable, Ricardo?... ¡Yo tan luego!... No tengo temas agradables, ché... ¡Yo tengo dijo Lorenzo, ahora que me acuerdo! Entre las cartas que nos trajeron hoy recibí una del doctor Moreno en que me dice que te pida permiso para mandar aquí a todos sus enfermos en vista de las noticias que le daba de mi estado. ¡Al fin me da la razón ese pillo!
¡Está usted pidiendo!... ¿No le dije a usted ayer que el señor Gobernador no quiere que se pida en esta calle? Pues manténgame el señor Gobernador, que yo de hambre no he de morirme, por Cristo... ¡Vaya con el hombre!... ¡Calle usted, so borracha!... ¡Andando digo!
Palabra del Dia
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