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Actualizado: 19 de junio de 2025


Otra de las particularidades de aquél era el tutear a todo el mundo, grandes y chicos, señoras y caballeros. ¡Yo! exclamó la dama. ¿Y por qué soy el perro del hortelano?... Sepamos. Pues decía Amalia que ni querías comerte la carne ni permitir que la coma D. Santos. ¡Vamos! ¿Quieres callarte, embustero? dijo la señora, medio irritada, medio risueña, dándole un pellizco.

Por unas lumbreras de vidrios multicolores y cubiertas de telarañas, que, abiertas muy junto al cielo raso, parecían nidos luminosos, entraba a la sala un débil resplandor, apenas suficiente para permitir que se distinguieran en la obscuridad los grandes armarios que se alineaban a lo largo de las paredes.

Pero Gurdilo, su ilustre amigo, que mandaba ahora tanto como los altos señores del gobierno, se había negado á permitir que un profesor de sus méritos fuese simple soldado y lo había nombrado capitán, aunque en realidad no mandaba tropa alguna.

Si en lo material Lyon es una especie de copia de Paris, en lo moral tiene algo que se aproxima á la caricatura. Se echa de ver en las costumbres la pretension de imitar en todo las de Paris; pero como el tipo meridional opone allí sus condiciones especiales, resulta una especie de lucha moral que destruye todo colorido local, sin permitir poroso la asimilacion.

No me atrevo a pedirte que dejes de asistir al baile aunque eso sería lo más conveniente, porque dirías que te pido demasiado... Pero te ruego que no bailes, sobre todo el vals... No es que estés enferma; pero te veo tan nerviosa y agitada que no puedo permitir que te entregues a un ejercicio que habría de exacerbar tu excitación. ¿Conque, me lo prometes, Magdalena? Di, hija mía.

ABIND. Pues, mi bien, si soy cautivo De tu padre, y como preso, Por aquel triste suceso, En fe de su guarda vivo; Si él piensa que yo no Que soy preso Bencerraje, Del envidiado linaje Que un tiempo el más noble fué, ¿Cómo te podré pedir? Casémonos de secreto, Cuanto el ser preso y sujeto Puedan, mi bien, permitir. JARIFA. Como palabra me des Que libre la cumplirás.

Y elevando el tono casi hasta lo patético, saltó de repente con esto: «No me vuelvo atrás de nada de lo que he dicho a usted en otras ocasiones». Como ella aparentase no interesarse en este giro de la conversación, volvió Ballester a tomar el tono fraternal de esta manera. «Me voy a permitir hablar a Quevedo.

En la caja de hierro dijo el aya. ¡No, no es cierto! exclamó el intendente, estremeciéndose de temor y de sorpresa. Mathys, Mathys, ¿por qué queréis engañarme? ¿No me queréis entonces permitir que os salve? ¡Ya no ni lo que digo! murmuró el intendente . , , Marta; está en el cofre.

Era el caso que en Vetusta los beatos y todo el mundo devoto consideraban el teatro como recreo prohibido en toda la Cuaresma y algunos otros días del año; entre ellos el de Todos los Santos. Muchas señoras abonadas habían dejado su palco desierto la noche anterior, sin permitir la entrada en él a nadie para señalar así mejor su protesta.

No puedo permitir que, viéndole á usted metido allá á todas horas, supongan... Casi se arrepintió de sus palabras al notar el doble efecto que producían en el joven. Primeramente se indignó. ¿Había quien osaba murmurar de aquella gran señora, tan santa para él?

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