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Actualizado: 19 de junio de 2025
Nunca me había imaginado esto, pero, ha sucedido y debemos remediarlo con algo más positivo que con lamentaciones y amenazas: déjate de tiros y de Penitenciaría. ¡Qué horror! ¡Había de permitir la Virgen de Luján que tú fueras tratado como un criminal empedernido!
Ella, tan excelente cristiana, no había de permitir que se burlase la justicia de Dios. Comprendía perfectamente que le sería doloroso declarar contra su confesor; pero era un sacrificio mayor que el que estaba llevando a cabo, y que Dios le agradecería seguramente.
Al fin, cuando terminamos, y juntos atravesamos el gran hall para volver a la biblioteca, le dije: ¿Va a permitir que el desgraciado incidente de anoche pase inadvertido? Si lo hace, me temo que ese hombre pueda cometer otro atentado contra su vida. Será ciertamente mucho mejor que sepa, una vez por todas, que yo he sido testigo de su infame cobardía. No respondió en voz baja y dolorida.
Cuando esto pasaba, sentí un vivo clamor de la naturaleza dentro de mí, sentí hambre, pero ¡qué hambre!... Francamente, y sin ruborizarme, digo que tenía más ganas de comer que de batirme. ¿Y qué? ¿Este miserable hijo de España no había hecho ya bastante por su Rey y por su patria, para permitir llevarse a la boca un pedazo de pan?
Mal hecho; pero, ¿a quién se ha de permitir ser curioso, si no se le permite a un autor dramático? La curiosidad, que en los demás es un defecto, en él constituye un deber. Debe escuchar, aunque sólo sea por oficio.
Pero no habrán, que no han de permitir los cielos que se haga tanto mal a la tierra como sería llevarse en agraz el racimo del más hermoso veduño del suelo.
En medio del silencio, la voz del sacerdote resonó triste, pausada, pero consoladora: Dios le perdonará á usted, señor... Simoun, dijo; sabe que somos falibles, ha visto lo que usted ha sufrido, ¡y al permitir que usted halle el castigo de sus culpas recibiendo la muerte de mano de los mismos que ha instigado, podemos ver Su infinita misericordia!
Hacia ellos voy... por los caminos posibles. Hacia Dios no se va más que por uno: el del bien. Tú no puedes permitir que a tu Reino se llegue por callejuelas obscuras, ni que a tu gloria se suba pisando los corazones que te aman... ¡No, Dios, no permitirás eso, no, no! Antes que ver tal absurdo, veamos toda la Naturaleza en espantosa ruina, desquiciada y rota toda la máquina del Universo.
Por cuya razon, si se nos pregunta qué sucederia en caso que Dios quitase todo el cuerpo que hay en un vaso, sin permitir que entrase otro, responderemos que los lados de este vaso se encontrarian tan cercanos, que se tocarian inmediatamente.
¡Qué demencia! exclamó la abuela consternada. Esas son ilusiones románticas... La vida no es una novela... ¿Por qué no?... ¿Qué inconveniente verías en que la vida de dos en el matrimonio fuese una deliciosa novela?... Debe ser una de esas novelas cuya lectura puede permitir una madre a su hija... con tal de que esté bien escrita, entendámonos... Me gusta cuidar el estilo...
Palabra del Dia
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