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Actualizado: 20 de junio de 2025
Por la noche, cuando el barrio quedó tranquilo y se supo la verdad de lo ocurrido, viendo el hecho en todo su horror, el héroe no daba paz a la lengua para maldecir a aquel indolente Gobierno, que tales crímenes había permitido, si no por expreso consentimiento, por pereza y descuido casi tan execrables como el consentimiento mismo.
Garay, que del Perú viene huyendo, Habiéndole Valero con presteza Seguido, y estorbarle pretendiendo La entrada, al Argentino sin pereza Camina: mas Valero le siguiendo, Sentido ha sido dél. ¡Cuanta tristeza El pobre de Valero ha recibido, Por ver que de Garay fuera sentido! Valero una jornada atras camina, Garay envia por él con tres soldados.
He dormido muy bien... ¡qué linda mañana! ¿eh? ¿Y Melchor? Me ha costado un triunfo despertarlo. Dice que tiene más pereza que vergüenza. ¡Y él sabe ser madrugador!... Estará cansado... o puede que tenga un atraso de sueño. Voy a verlo, ya vuelvo, espérame aquí con Baldomero.
«Para decirle...». Otra pausa, motivada por un golpe de destilación. D. Carlos se limpió los ojos ribeteados de rojo, y se frotó la recortada barba, la cual no tenía más razón de ser que la pereza de afeitarse.
Por encima del resplandor rojizo de la plaza abarcaba la vista una gran extensión de espacio, un cielo de verano, obscuro, límpido y profundo, matizado por el polvo brillante de las estrellas. Cuando cesó la música y comenzaron a apagarse las luces, los habitantes de la catedral sintieron cierta pereza en abandonar sus asientos. Estaban bien allí.
A pesar del estado de mi ánimo y del abatimiento de mi espíritu, cuando tejía con ella la red de viva plática, recobraba yo mi buen humor de otro tiempo, y me volvía alegre y jovial, y me olvidaba de esas enervantes melancolías que han sido, y acaso todavía lo son, nota sombría de mi carácter; de este carácter mío soñador y lánguido, dado a la pereza y al fantaseo, al delirio vago y a la meditación sin objeto.
Mas agora, ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros.
Y como los doscientos treinta y cuatro, pasaron sus horas de clase los miles y miles de alumnos que les precedieron, y, si las cosas no se arreglan, pasarán todavía los que han de venir y se embrutecerán, y la dignidad herida y el entusiasmo de la juventud viciado se convertirán en odio y en pereza, como las olas que, volviéndose fangosas en cierta parte de la playa, se suceden unas á otras dejando cada vez mayor sedimento de basura.
La inconstancia. Su naturaleza y orígen. La inconstancia, que en apariencia no es mas que un exceso de actividad, pues que nos lleva continuamente á ocuparnos de cosas diferentes, no es mas que la pereza bajo un velo hipócrita. El inconstante sustituye un trabajo á otro, porque así se evita la molestia que experimenta con la necesidad de sujetar su atencion y accion á un objeto determinado.
Aquella noche quemó y abrasó el ama cuantos libros había en el corral y en toda la casa, y tales debieron de arder que merecían guardarse en perpetuos archivos; mas no lo permitió su suerte y la pereza del escrutiñador; y así, se cumplió el refrán en ellos de que pagan a las veces justos por pecadores.
Palabra del Dia
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