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Actualizado: 20 de junio de 2025
Cuando entró otra vez en las Alamedas de Serranos, sus piernas flaqueaban, y sintió la necesidad de dejarse caer en uno de los bancos. En aquel paseo silencioso, casi desierto, que lentamente se obscurecía, podía forjarse la ilusión de que estaba en un jardín de su propiedad, donde nadie vendría a turbar la pereza dolorosa, el anonadamiento triste en que iba sumiéndose.
Una ventaja de la pereza sobre las demas pasiones. La pereza, es decir, la pasion de la inaccion, tiene para triunfar, una ventaja sobre las demas pasiones, y es que no exige nada; su objeto es una pura negacion.
Uno dijera, Descálzame aquí, diablo: de improviso Un diablo de la bota le tiraba, Y la pierna á las vueltas le arrancaba. Al Armada volviendo: habia quedado La Capitana en seco, y sin antena, Sin árbol, que ya dije fué cortado Un dia de bonanza con mar llena: Por el consejo, y órden y mandado De Juan Ortiz, zaborda en el arena; Y así, quedando hecha fortaleza, La gente sale á tierra sin pereza.
Pero nosotras le traeremos á usted al buen camino. Por de pronto dijo Salomé, cuidado cómo se asoma usted á la ventana. Queda terminantemente prohibido que se acerque usted á un balcón ó ventana; que abra usted la puerta de la escalera. Y que hable usted cuando no le pregunten. Se ha de levantar usted á las cuatro de la mañana, que la pereza es madre de todos los vicios.
Fueron penosísimos los primeros pasos en la carrera. La pereza y la debilidad le retenían en el lecho por las mañanas más tiempo del regular, y la pobre doña Lupe pasaba la pena negra para sacarle de las sábanas. Levantábase ella muy temprano, y se ponía a dar golpes con el almirez junto a la misma cabeza del durmiente, que las más de las veces no se daba por entendido de tal estruendo.
Para ella era como la sensación de un lujo enorme extravagante la pereza que sentía de echar cuentas y atar corto a Nepomuceno: comprendía que él hacía su Agosto con el caudal de su sobrina, que iba pasando a poder del administrador gran parte del capital administrado, pues bien claro estaba que todos los días D. Juan hablaba de sus propias rentas, que por milagros de la suerte o por bondad de la Providencia, prosperaban, y todos los días también hablaba de desventuras sin cuento que caían sobre los predios de la Valcárcel y la parte de su capital colocada en manos industriosas de España y del extranjero.
Y el mozo, sin miedo y sin pereza, tirando de la espada, metíase tierra adentro con sólo tres hombres, yendo de tribu en tribu a la compra de víveres, que pagaba con cuentas azules, peines, cuchillos, cascabeles y anzuelos.
Quilito, abstraído, pensaba: ¿Y he de llegar yo a estar como este hombre, sucio, harapiento, comiendo las sobras de los otros, durmiendo en el suelo, dominado por el vicio y la pereza?
Preciso es que la intriga más enredada se haya fraguado para oponerse a nuestras miras. ¿Intriga, M. Sans-délai? No hay hombre capaz de seguir dos horas una intriga. La pereza es la verdadera intriga; os juro que no hay otra: esa es la gran causa oculta; es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas.
El Juan Ortiz su ropa con presteza Embarca aquella noche; que temia No diese Zapicán con ligereza Sobre el fuerte y real antes del dia: Y no tardó que vino sin pereza Al punto que el aurora descubria; Y piedras
Palabra del Dia
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