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Actualizado: 20 de junio de 2025
El exquisito veneno de Oriente, le trastornó; dominado por una melancolía invencible, pasaba los días sentado, sumido en un largo ensueño sin impulsos, esperando las revelaciones de la Pereza, esa gran amiga de los artistas, que Gautier llamó «la décima musa»; comiendo un huevo crudo cada veinticuatro horas y fumándose algunos días ciento ochenta pipas. Esta situación duró varios meses.
Era un arma señoril: varios anillos de plata ceñían la negra vaina de cuero; la hoja tenía la marca de Hortuño; la guarnición era calada y fina, como una randa. Aquel trivial incidente vino a arrancarle de su pereza.
Pues esto deseaba él para los enemigos de la vida, para los que maldecían como pecados las más gratas dulzuras de la existencia; para los que adoraban la castidad antipática de la virgen sobre la soberana fecundidad de la madre; y ensalzaban la pereza contemplativa, considerando el trabajo como un castigo; y hacían la apología de la vagancia y la miseria convirtiéndolas en el estado perfecto; y tenían el hambre como signo de santidad y apartaban á las gentes de las felicidades positivas de la tierra, haciéndolas dirigir las miradas á un cielo mentido; y anatematizaban el amor carnal como obra del demonio.
De nuestro rio Argentino y su grandeza Tratar quiero en el canto venidero, De sus islas, y bosques y belleza, Epilogo haré muy verdadero. Ninguno en lo léer tenga pereza, Que espero dar en él placer entero, De cosas apacibles y graciosas, Y dignas de tenerse por curiosas. En este canto se trata de la grandeza del Rio de la Plata, del Paraguay, y de las islas, peces, aves que hay en ellos.
Los mensageros dieron su recado, Curemo respondió modestamente, Que estaba en la laguna ya alojado, Y que quiere meter allí su gente, Por no dar ocasion á que el soldado Le haga mal: que luego incontinente Irá al consejo y junta con presteza; Y su gente recoje sin pereza.
Tuve que luchar en un principio con la costumbre, que es en el hombre hija de la pereza y madre de la constancia.
Es indudable que el fondo mío de pereza, de indolencia, ha dado pábulo a estas historias, no lo niego; lo inaudito para mis panegiristas o para mis detractores sería si oyeran que con frecuencia me lamento de mi manera de ser. ¿De no tener mayor actividad? ¿De no tener más espíritu de empresa? No, de todo lo contrario.
Todas las pasiones, para el logro de su objeto, exigen algo; solo la pereza no exige nada. Mejor la contentais sentado que en pié, mejor echado que sentado, mejor soñoliento que bien despierto. Parece ser la tendencia á la misma nada; la nada es al ménos su solo límite; cuanto mas se acerca á ella el perezoso, en su modo de ser, mejor está. Orígen de la pereza.
Pues dice en su escritura, A lágrimas, y llanto en demasía, Inclinada bien es de su natura, Envidia y querimonia la seguia, Flojedad, y pereza y detractura: Mas dice de ella un bien; que se contenta Con muy poco manjar y se sustenta.
Tal vez el presentimiento de que usted vendría: los recuerdos de aquellas tardes en que usted estaba arriba, sentadito e inmóvil como un bobo, escuchándome... Pero no vaya usted a creer, señor diputado, que todo es aquí juego con las gallinas y pereza campestre. Han entretenido mi soledad de este invierno cosas más serias. He hecho en la casa grandes obras.
Palabra del Dia
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