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Actualizado: 1 de julio de 2025
La claridad de la noche permitía ver las llanuras cultivadas, los bosques y colinas, los canales que rayaban el paisaje con sus líneas blancas y caprichosas. Fume un cigarro, me puse a «echar globos», como llaman en Bogotá al fantaseo indefinido del espíritu, y volví en busca de mi cama.
De pronto, cuatro pipas encendidas como hogueras, aparecen seguidas de sus propietarios. Hablan todos a la vez: cueros, lanas, géneros o aceites... El encanto está roto; en vano la luna los baña cariñosa, los envuelve en su encaje, como pidiéndoles decoro ante la simple majestad de su belleza. Hay que dar un adiós al fantaseo solitario e ir a hundirse en la infame prisión del camarote...
El asunto no es puñalada de pícaro: da tiempo para discurrir, para andar y para ver... y ¡qué demonio, hombre! exclamó de pronto con inusitada vehemencia , puesto que hablamos ya en serio, y para que vea que no fantaseo yo en lo que afirmo, válgale este ejemplo que ahora se me viene a la memoria: ¿quiere usted belleza y ternura y bondad y delicadezas de sentimiento, y cuanto se pueda pedir, menos la cultura refinada de los salones, en una sola pieza, en una mujer modelo, aun para un hombre como usted?
Como el boticario sólo había visto al magullado Antoñuelo y no sabía bien lo ocurrido, hizo su composición de lugar, y fantaseó y dijo a don Andrés que entre don Paco y Antoñuelo había habido una muy reñida pelea, sin duda por los bellos ojos de Juanita; que la pelea había sido en mitad del campo, durante la noche; que don Paco había quedado ileso y que el pobre Antoñuelo estaba tal que se lo podía comer con cuchara, pero que él, con su ciencia y sus cuidados, le sanaría muy pronto.
A pesar del estado de mi ánimo y del abatimiento de mi espíritu, cuando tejía con ella la red de viva plática, recobraba yo mi buen humor de otro tiempo, y me volvía alegre y jovial, y me olvidaba de esas enervantes melancolías que han sido, y acaso todavía lo son, nota sombría de mi carácter; de este carácter mío soñador y lánguido, dado a la pereza y al fantaseo, al delirio vago y a la meditación sin objeto.
Palabra del Dia
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