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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Echados estos cálculos y ajustando a ellos su conducta, don Andrés dijo: Veo con sorpresa que he venido a hacer aquí el extraño papel de tu confesor. Te me confiesas desleal y engañosa. ¿Qué quieres? Feos pecados son esos; pero la pecadora es tan bonita, que yo la perdonaré y la absolveré si se arrepiente. De nada tengo que arrepentirme. Lo que he hecho lo he hecho porque no podía por menos.

Lo malo es que yo mismo, con esta mano pecadora, había escrito también la Historia de la división del Este, y la del Norte, y la del Sur, y la del Centro, y cada una de estas divisiones era la mejor entre todas y lo había hecho todo, y los demás generales no habían servido mas que de estorbo.

Que tal es mi suerte pecadora, que á donde yo voy va la desdicha, y el bien que hago sangre y lágrimas me cuesta. Os debemos, sin embargo, demasiado. Quédanse las cosas como se estaban, y no podía suceder de otro modo; que tal anda ello, que el gobierno es como capa vieja á quien se la va el remiendo que se la ha puesto, por las puntadas.

Mira, aprende dijo Elías, volviéndose hacia Lázaro; mira á esa santa; aprenda lo que es nobleza, generosidad, virtud. No dijo ella bajando los ojos. Que no tome por modelo á esta pecadora. Aprende, Lázaro exclamó con exaltación el fanático. Aquí tienes á la misma virtud. La santa hizo una gran reverencia y se marchó, dejando solos al tío y al sobrino. #Los disidentes de la Fontana#.

Mas, no advirtiendo, me espanto que fuiste pecadora, y quien te ha juzgado Santo. En ofenderle te empleas ya por antigua costumbre y en errores te recreas, y así no es mucho que veas tus libres en servidumbre. Tus palacios y tus puertas fueron materia á la llama en esas calles desiertas, por émulos de tu fama en tus miserias abiertas.

Como San Juan Degollado daba voces desde la cisterna en que Herodías le guardaba, la Regenta rebelde, la pecadora de pensamiento, gritaba desde el fondo de las entrañas, y sus gritos se oían por todo el cerebro. Aquella Ana prohibida era una especie de tenia que se comía todos los buenos propósitos de Ana la devota, la hermana humilde y cariñosa del Magistral.

El padre Anselmo, singularmente, y sin poderlo remediar, a despecho de su humildad cristiana y del menosprecio de mismo, sintió un noble orgullo y se dio a entender que había hecho la más repentina y milagrosa conversión, deteniendo a aquella joven y simpática pecadora al borde del abismo en que iba ya a precipitarse.

Mi ilusión era verla morir entre mis brazos como una lucecita que se apaga; ser para ella lo que no fui para mi padre... Pero la venda ha caído de sus ojos; yo no soy más que una pecadora que con mi presencia turbo su vida... Me voy, pues. Ya he dicho a Beppa que mañana arregle los equipajes... Rafael, dueño mío, esta es la última noche... Pasado mañana ya no me verás.

Más vale morir que pecar. Si ha de vivir para ser pecadora, para su eterna condenación, para su vergüenza y su oprobio, que muera. ¡Llévatela, Dios mío! Así me hubiera muerto yo. ¡Cuánto más me valiera no haber nacido! Los mismos furores de siempre. Está V. como atormentada de un espíritu maligno. Yo me lo sabía. Yo tengo la culpa de todo.

Aquí el débil no es el confesor, sino la penitente; usted no tiene hechizos colgados del cuello, ni tenemos ídolos que echar al río... yo soy la pecadora, aunque ningún hombre me hizo el mal que aquella mujer al clérigo hechizado; sólo quise a mi marido, y de este ya sabe usted de qué modo estoy enamorada; no con pasión que quite a Dios cosa suya, sino con el suave afecto y los tiernos cuidados que se le deben.

Palabra del Dia

hociquea

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