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Actualizado: 23 de junio de 2025


Y, después de una breve pausa, continuaba: ¡No; yo quiero ser hombre; predicaré la paz, la fraternidad y la justicia! ¡Ah, amigos míos!

Pues este que aquí ves, este nieto de mi abuela, cuando quiere significar su desprecio al Poder público; cuando quiere dar una bofetada a cualquiera que represente la autoridad usurpada y la ley tiránica, lo hace cara a cara, a pecho descubierto, poniéndose entre el peligro y la inmortalidad, entre el verdugo y la gloria. ¡Pero disparar cohetes en la sombra, asustar a las mujeres y desesperar a los de Orden público!... Reflexiona, hijo mío añadió, después de una pausa, con tonillo de propaganda evangélica que sabía adoptar en ciertos casos ; reflexiona en que si quieres educar tus virtudes cívicas, y llegar al grado de estimación pública a que hemos llegado los que estamos llenos de heridas, los que hemos ido de calabozo en calabozo, los que hemos comido ratas...».

Para no faltar a esta regla de los preceptistas y cumplir con el semper ad aventum festina de Horacio, nos abstendremos de referir las cosas con la pausa con que las refirió donna Olimpia, y las referiremos tan en resumen, que más parezcan el plan o el índice de la historia que la historia misma.

Vamos, conteste usted dijo Salomé con un tonillo que indicaba grandes deseos de oír un disparate. Diga, hermana exclamó con la nariz la devota. Yo ... contestó Clara después de una pausa larga en que trató de dominar su turbación ... Yo ... les diré á ustedes ... soy ... una mujer.

Aguardó pacientemente, como todos los hombres seguros del éxito, a que hubiese una pausa, y cuando llegó, profirió con su voz gangosa, penetrante, encarándose con el ama de la casa: ¿A que no sabe usted a quién acabo de ver entrar en casa de su hermano, en compañía del excusador? A Obdulia le dio un salto tan recio el corazón, que pensó caer al suelo.

Después de una pausa en que Refugio parecía hacer estudios de cálculo en el entrecejo de la Bringas, tornó a decir: «Lo que es el dinero... lo tengo, vea usted». Revolvió un cajoncillo que parecía costurero, y del fondo de él sacó un puñado de cosas. Eran trapos, hilos desmadejados y billetes de Banco, formando todo una masa. «Vea usted... no me falta. Pero...».

Estar libre de rencores prosiguió Lázaro en voz muy baja: ¡amar sin recelo, sin temor; despreciar el mundo, las traiciones, las asechanzas; hallar regocijo en las persecuciones, y sacar consuelo hasta de las desventuras!... ¡Oh, qué feliz es usted...! Después de una pausa, la voz de la mujer mística resonó como un eco lejano para decir: No, amigo mío: yo no soy feliz; soy muy desgraciada.

Una cosa te pidiera, Si en esa tu condicion Una sombra de razon Por entre mil sombras viera, Y es, que pues fuiste la causa De acabarme y destruirme, En el contino herirme Hagas un momento pausa. Yo no te pido que salgas De mi pecho, pues no puedes, Antes te pido que quedes, Y en este trance me valgas.

Allí se proclamaba la romanza de moda, y cuando ya la habíamos olvidado, venían los extranjeros, años después, á repetirla como una novedad. Hizo una breve pausa. Si los señores quieren continuó , los llevaré á la vuelta á Piedigrotta. Verán la pequeña iglesia de San Vitale.

Quedaron los dos en largo silencio, sin saber qué decirse. Doña Sol fue la primera en romper esta pausa.

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