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Actualizado: 23 de julio de 2025


622 Me hinqué también a su lado a dar gracias a mi Santo; en su dolor y quebranto ella, a la Madre de Dios, le pide en su triste llanto que nos ampare a los dos. 623 Se alzó con pausa de leona cuando acabó de implorar, y, sin dejar de llorar, envolvió en uno trapitos los pedazos de su hijito, que yo le ayudé a juntar.

No había más que presentarse, y los mismos soldados abrirían las puertas, poniendo en libertad a todos los compañeros presos. El gigantón quedó un momento pensativo, rascándose la frente, como si quisiera ayudar con estos restregones la marcha de su pensamiento embrollado. Está bien exclamó después de larga pausa.

Pienso, pues, que la señora puede estar tranquila. Entonces dijo Juana después de una pausa , ¿usted cree que va a dar muerte al señor de Lerne? ¡Oh, matarle! espero que no... pero indudablemente le herirá o le desarmará, lo que es más probable, sobre todo si la querella no es muy seria.

Varias veces estuvo por tomar la palabra, pero el temor la retenía. Allá, al fin, en una pausa larga, se aventuró a decir: Falta una cosa, mamá. ¿Qué falta? La joven se detuvo un instante, como para tomar arranque, y dijo al fin con voz temblorosa: Falta un cuarto para arreglarse Gonzalo. Es verdad; no me había hecho cargo... ¿Dónde tendría yo la cabeza?

Sonrió melancólicamente é hizo una pausa, para continuar diciendo: Por suerte, no todas las mujeres son iguales.

María sonrió con satisfacción, y después de una pausa preguntó tímidamente: ¿Y si te pidiese el honor..., o lo que vosotros los hombres entendéis por honor?... añadió corrigiéndose. Ricardo se puso levemente pálido y tardó algún tiempo en contestar.

En ellas se lee egoísmo, concupiscencia y vanidad. Hizo el enano una pausa para que Cristela se sondara a misma, y Cristela descubrió que el enano tenía razón. Estaba ella triste porque su curiosidad de mirar las almas la había desengañado de hombres y cosas. Y Bob le observó: A ti, Cristela, los rostros te sonríen como rosas, blancas, amarillas y encarnadas.

, la señora tiene la desgracia de estar ciega respondió Cirilo tristemente. Hubo una pausa y al cabo la mujer profirió con acento desesperado: ¡Ciega quisiera estar yo para no ver lo que veo en mi casa!

La mujer volvió a mirar con insistencia desconcertante a la viajera y después de una pausa dijo: Bueno... iré a prevenirle... ¿A quién debo anunciar? No anuncie usted a nadie: quiero darle una sorpresa. Entonces el semblante de la tendera reflejó la sorpresa, la duda y la alegría al mismo tiempo. ¿Sería usted por ventura, señorita, su hermana, la hermana de quien tantas veces nos habla?

Juan dijo después de una pausa, querido Juan; siéntate a mi lado un momento; tengo que decirte algo. Si en pasados días te he parecido alguna vez dura o fría o coqueta, era porque te amaba, Juan; te amaba demasiado para comprometer tu porvenir, encadenándolo con el mío ya caduco. Siempre te amé, querido Juan, hasta cuando parecía menos digna de ti.

Palabra del Dia

buque

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