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Actualizado: 23 de junio de 2025


Después de una larga pausa, levantó la cabeza y dijo: ¿Sabe V., D. Facundo, que no sospechaba que V. se dedicase tan particularmente a hacer obras de caridad? El pedazo de cara que la enorme bufanda del boticario dejaba al descubierto, se coloreó fuertemente.

No puedo decirle nada repitió. Mis labios están sellados por mucho que lo sienta. ¿Por qué? Por un juramento que hice hace años, antes de entrar en la orden de capuchinos respondió. Luego, después de una pausa, añadió, con un suspiro: Todo es muy extraño... mucho más extraño de lo que ningún hombre ha soñado, tal vez... pero no puedo decirle nada, señor Greenwood, absolutamente nada.

El joven poeta, Miquis y el hijo del ortopédico alborotaban también, el primero con sus discursos, el segundo con sus cantorrios de tangos y malagueñas. Después se hizo una grande y solemne pausa, porque Berande, a ruegos de todos, iba a recitar versos.

Al cabo, después de una larga pausa, Demetria dejó escapar un suspiro y como si saliese de un sueño exclamó: Bueno, Nolo: es hora ya de separarnos. No si tendré tiempo de ir á Lorío á despedirme de Flora y volver antes de la noche. lo tienes. Mira; el sol está muy alto todavía. Demetria guardó silencio y permaneció inmóvil mirando por encima de la paredilla á las altas montañas de Mea.

Otro administrador cualquiera hubiera acabado con el marqués en diez años. El marqués, por lo tanto, creía deber a D. Acisclo diez años de buena y alegre vida. Otro administrador cualquiera no hubiera hecho los adelantos por la mitad menos, y se hubiera enriquecido más pronto, y no hubiera arruinado a su señor con tantos miramientos, con tanta suavidad y pausa, y con tan severa conciencia.

Vestía de negro y estaba sentada en un elevado sillón de cuero, mientras que todos los demás se hallaban acomodados en sillas más bajas. De suerte que D.ª Fredesvinda, que así se llamaba, parecía una reina rodeada de su corte. Y ciertamente, la pausa con que hablaba y la majestad de sus ademanes contribuían bastante a hacer la semejanza más perfecta.

Dicen que lo insulté, que le mordí en una mano. Ignoro cómo pude hacerlo. Estaba tal vez loca en aquel instante. Es verdad que este señor me llevó á empujones, sin querer oirme; que no me permitió seguir viendo á mi Alberto.... Hizo una larga pausa. Sus ojos empezaron á humedecerse.

Exmo. Señor: San Joaquin, 29 de Mayo de 1791. Hace algunos dias que estoy en este pueblo, distante 20 leguas de la villa de Curuguatí, esperando que se prepare el camino para andarlas: pero como los Portugueses no parezcan, ni creo que lleguen á dicha villa en muchos dias, porque el rio Igatimí que han de navegar tiene poquísima agua, sigo mi viage con pausa, porque lo mismo es esperar aquí que en Curuguatí, y los animales descanzan.

Con triste sonrisa se inclinó el veterano y besó la mano que ella le tendía, diciendo con cariñosa y conmovida voz: Alegre o triste, feliz o desgraciada, ¡Dios proteja siempre a Vuestra Alteza! Hizo una pausa y añadió, mirándome y cuadrándose como un soldado: Pero ante todo y sobre todo está el Rey. ¡Dios lo proteja!

Hizo una pausa la bondadosa señora; quedóse mirando al vacío tristemente, y luego, abrazando a su hijastra que aún permanecía de rodillas y acercando los labios a su oído, le dijo en voz baja: Mira, hija mía, yo no tardaré en morir y pienso dejarte todo cuanto tengo. La mitad de la fortuna de tu padre es mía, según me ha dicho el abogado de la casa.

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