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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Y tan agradecido era el buen hombre al comercio español, que enviaba a los de acá su retrato y los de sus catorce mujeres, unas señoras tiesas y pálidas como las que se ven pintadas en las tazas, con los pies increíbles por lo chicos y las uñas increíbles también por lo largas.
Materne empujó la puerta, y viendo a las mujeres más muertas que vivas, pálidas y desmelenadas, gritó golpeando el suelo con el palo: ¡Vaya! ¡Vaya con la madre! ¿Pero usted se ha vuelto loca? ¡Vamos, usted, que debía dar ejemplo a sus hijas, es la primera en acobardarse! ¡Es vergonzoso! Volviose en tal ocasión la anciana y contestó con voz lastimera: ¡Ay, amigo Materne! ¡Si usted supiera!...
Unas veces les jugaba todas las malas pasadas posibles aplicándose a contrariar sus proyectos, a quitarles los objetos que les pertenecían y a hacer desaparecer las cosas más necesarias para la vida. Otras veces se les aparecía por la noche en formas pálidas y fantásticas, les perseguía y les arrancaba gritos de espanto.
Tal vez se pueda objetar que hay en esto una serie de aquellas percepciones confusas de que nos habla Leibnitz en su monadología; tal vez estas percepciones sean tan tenues, tan pálidas por decirlo así, que no dejen rastro en la memoria ni puedan ser objeto de reflexion; pero todo esto son conjeturas, nada mas.
Venturita tomó una caja de cerillas que había sobre el costurero, y encendió una. Madre e hija estaban pálidas. Aquélla arrimó la carta a la luz. En cuanto leyó unos cuantos renglones, se dejó caer en la butaca, y clavando los ojos con expresión dolorosa en su hija, le dijo: Ventura, ¿qué has hecho? ¿Yo? Nada respondió la niña tirando al suelo la cerilla que tocaba a su fin.
Los buques de guerra y los transportes aliados navegaban con pocas luces ó completamente á obscuras. Los que hacían centinela en el puente ya no miraban la superficie del mar y sus pálidas fosforescencias. Sondeaban el horizonte, temiendo que surgiese ante la proa una forma negra, enorme y veloz, vomitada por la obscuridad.
Héroe del Sud, tus pálidas cenizas Por la pampa se encuentran dispersadas, Pero de todo un pueblo veneradas Tienen sepulcro en cada corazon; En la inmortal memoria de tu pueblo Que nunca el heroismo ha renegado, Tu nombre como en bronce está grabado, Tiene tu noble espíritu mansion.
Allí, sobre la mesa, con la pluma al lado, había un sermón por terminar, con una frase incompleta tal como la dejó cuando salió á hacer su visita dos días antes. Sabía que él era el mismo, el ministro delgado de pálidas mejillas que había hecho y sufrido todas estas cosas, y tenía ya muy adelantado su sermón de la elección.
La vergüenza hizo que volvieran los colores a las pálidas mejillas del fidalgo español. Es que tú no eres una mujer como otras... ¡Ya lo creo, caramba!... ¡Pues si me descuido, caramba! ¡Ya lo creo! ¡Si te descuidas, caramba! exclamó haciendo burla la chula. En verdad que Romadonga estaba descompuesto y aturdido que daba lástima. Si te descuidas, ¡na! prosiguió Concha.
Y para probar su firmeza de hiena, sin otro amor que el de la sangre, cogió con sus manos huesosas la cara de Marieta, la levantó para verla más de cerca, contemplando sin emoción las pálidas mejillas, los ojos negros y ardientes que brillaban tras las lágrimas. ¡Bruixa... envenenaora!
Palabra del Dia
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