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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Porque es de necesidad que yo te aborrezca. No será por el estorbo que te hago. Pero sobra con el daño que me has hecho. Es mayor el beneficio que me debes, si sabes utilizarle. Con que, en buena justicia, no puedes aborrecerme, aunque llegues a olvidarme. ¡Eso sí que no es tan fácil, embustero, como lo ha sido para ti! ¡Ojalá tuvieras razón! Pero no será el milagro obra mía.
No me comprende, no me puede comprender; por causa suya, por haber exigido que nos comprometiéramos, estoy más decepcionada que nunca. Me enamoró, y después dejó que la ilusión mía se escapara. Ya sé, soy una inconstante. Y esta noche tengo necesidad de reírme, de olvidarme.
No puedo olvidarme... por ella misma... por vos. No os entiendo. No debéis venir á mi casa, os lo repito. ¡Ah! ¡vos os vengáis! Justo sería; pero no me vengo, no me puedo vengar. Me domináis, no me pertenezco, porque os pertenezco entera, porque soy lo que vos queréis que sea. ¡Dorotea! ¿conque pretendíais engañarme?
Creyéndome ella todo de Dios, poseedor de sus favores, vidente de sus perfecciones, regalado y deleitado con sus dulzuras, ni pudo recelar extravío, ni quiso presumir con soberbia que por ella hubiera yo de olvidarme de Dios. Por eso me mostró la beldad interior de su alma en toda la desnudez inocente y casta de quien nada teme.
No puedo sufrir esto sin olvidarme de quién soy yo, y de quién es él; de que tengo esposo, de que tengo vasallos, y de que ese esposo está dominado y esos vasallos oprimidos; yo no puedo olvidar y no lo olvido, que España ha sido grande, poderosa, temida, ni puedo ver sin rubor y sin cólera, que hoy está pobre, vendida por todas partes, insultada, á punto de ser deshecha.
» ¿Cuándo la has recibido y de quién es? » No tiene firma ni fecha, y la he recibido poco antes de entrar aquí. Me la trajeron de su parte; de parte de él... » Justo, para que, como cosa suya, cayera en tus manos y no en las mías. ¿Y tú crees que sea obra de Ángel? » Ángel podía llegar a olvidarme, pero no a herirme de este modo.
He procurado olvidarme de que el autor era montañés, y entrañable y fidelísimo amigo mío desde que tengo uso de razón, y amigo de los de mi casa antes que yo naciera; y haciendo un esfuerzo, que me ha costado mucho, y que no pienso volver a repetir, he detenido mi impaciencia, que me llevaba a leer con el pensamiento antes que con los ojos las páginas de un libro, que más que libro parece fragmento de la realidad viva; y he tenido el valor de estarle aplicando por días y días eso que llaman el escalpelo de la crítica.
Ahora pienso en eso, y quiero vivir, quiero vivir para tí, ¡para amarte, para ser amada! Te dije que me olvidarías, que me olvidarás.... ¡No, Rodolfo, no me olvides! ¡No me olvidarás... porque no debes, no puedes olvidarme! ¡Tu amor ha sido la única felicidad de mi vida, y no puedo perderlo!... ¡Siquiera eso para esta pobre huérfana!
No; porque ha servido para demostrar que no podías olvidarme. ¡Eres un insolente! Y tú eres adorable. Clementina se había avalanzado hacia él con la cara descompuesta, los ojos inflamados y la mano amenazadora. Fortunato permanecía impasible y sonriente. La solterona le miró un instante con extravío, preguntándose si no era juguete de una pesadilla.
Vi que sus jugadores, cuando tenían las cartas en la mano es decir, en todas las horas que les dejaban libres sus ocupaciones más apremiantes, eran ciegos, sordos y mudos para el mundo... Mis parientes en sus casas, mis relaciones en sus tertulias, mis amigos en el club, todos parecían olvidarme por completo, para entregarse a su ocupación favorita.
Palabra del Dia
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