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Actualizado: 7 de julio de 2025


El pasmo de Butrón fue grande al verse colocado reduplicativamente por aquella importuna síncopa en la rama más desacreditada de la extensa familia de los paquidermos, y apresuróse a colocar habilidosamente la regia dádiva en una moldura que, sin ocultar por completo el honroso letrero, encubriese el sangriento lapsus calami de su majestad británica.

No te las recrimino, porque los caballeros ilustres no pueden portarse como los gañanes, pero me hacen mucho daño. Hay momentos en que resuelvo tomar mi ropa, huir de tu lado y buscar en el mundo algún rincón oscuro donde ocultar mi vergüenza. El conde la apretó amorosamente contra su pecho y la cubrió de besos. Quedó después largo rato inmóvil con los ojos en el fuego, grave y pensativo.

En efecto, un vestido que recuerda la hopalanda de un cochero, y que ha sido cortado en un pequeño retazo de paño con el cual no se han podido cortar capuchas en miniatura, no es muy aparente para ocultar los defectos de las formas. Por otra parte, el marrón no es un color apropiado para hacer resaltar vivamente las mejillas pálidas.

Muy brutos, eso , capaces de las mayores barbaridades, pero con un corazón que se conmueve ante el infortunio y les hace ocultar las garras... ¡Pobre gente! ¿Qué culpa tienen si nacieron para vivir como bestias y nadie les saca de su condición?

Siguió caminando un rato en silencio, y por fin, sacando unos papeles del bolsillo, se los entregó diciendo con voz sorda: Si perezco, déle usted esto al señor Benito. Dos lágrimas asomaron a sus ojos al mismo tiempo. ¿El señor Benito el Rato? preguntó Peña. Don Rudesindo no le oyó. Se había escapado ya por la carretera adelante para ocultar su emoción.

Jamás experimentó nuestro joven una emoción más dulce, ni fue tan feliz como en aquel momento; vinieron a sus ojos algunas lágrimas que tuvo que ocultar con el pañuelo. Julia, por su parte, estaba pálida y temblorosa, y apenas podía articular las palabras indispensables para despedirse.

Las musas me llaman, la fábula griega me distrae, los bosques de la isla de Calipso me hablan de amor; veo flores, mujeres, altares profanos; huelo perfumes embriagadores; diviso florestas, cuyas sombras parecen ocultar misterios lascivos; oigo á lo léjos un ruido que me intranquiliza, que me seduce; pero que me seduce como nos seduce una maga ó una circe.

Y flotando por encima del bosque de chimeneas de ladrillo y de hierro, el eterno dosel de la moderna Bilbao, los velos en que se envuelve como si quisiera ocultar púdicamente su grandeza, los humos multicolores de sus fábricas, negros, de espesos vellones, como rebaños de la noche; blancos, ligeramente dorados por la luz del sol; azules y tenues como la respiración de un hogar campesino; amarillos rabiosos con un chisporroteo de escorias minerales.

Para su hijo, para la tumba del héroe. Y se aleja majestuosa á pesar de su ancianidad, marchando por el andén como si fuese una galería de la corte. El empleado queda al pie del vagón, con los brazos ocupados por la caja, sufriendo la vergüenza de no poder ocultar sus lágrimas, que se deslizan hasta el duro bigote. ¡Señora duquesa!... ¡Ah, señora duquesa!

Pablo se inclinó sobre ella, acercó sus labios al oído de la moribunda y gritó: ¡Nela, Nela, amiga querida! Entonces ella se agitó, abrió los ojos, movió las manos. Parecía que había vuelto desde muy lejos. Al ver que las miradas de Pablo se clavaban en ella con observadora curiosidad, hizo un movimiento de vergüenza y terror, y quiso ocultar su pobre rostro como se oculta un crimen.

Palabra del Dia

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