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Actualizado: 4 de junio de 2025
»Con esta buena fee, el buen capellán pidió al retor mandase dar los vestidos con que allí había entrado el licenciado; volvió a decir el retor que mirase lo que hacía, porque, sin duda alguna, el licenciado aún se estaba loco. No sirvieron de nada para con el capellán las prevenciones y advertimientos del retor para que dejase de llevarle; obedeció el retor, viendo ser orden del arzobispo; pusieron al licenciado sus vestidos, que eran nuevos y decentes, y, como él se vio vestido de cuerdo y desnudo de loco, suplicó al capellán que por caridad le diese licencia para ir a despedirse de sus compañeros los locos. El capellán dijo que él le quería acompañar y ver los locos que en la casa había. Subieron, en efeto, y con ellos algunos que se hallaron presentes; y, llegado el licenciado a una jaula adonde estaba un loco furioso, aunque entonces sosegado y quieto, le dijo: ''Hermano mío, mire si me manda algo, que me voy a mi casa; que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio: ya estoy sano y cuerdo; que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Tenga grande esperanza y confianza en
En los jardines de la Villa Nazionale se detuvo Kaledine, dando una orden á Freya. No toleraba que pasase más adelante. Podía llamar la atención en el pequeño puerto de la isla del Huevo, frecuentado sólo por pescadores. El tono de la orden fué cortante, imperioso, y ella obedeció sin protesta, como si estuviese habituada á tal superioridad. ¡Adiós!... ¡adiós!
Bob obedeció y Salomón entró tocando, porque por nada del mundo quería detenerse a mitad de un aire. Aquí, Salomón dijo el squire con un tono alto y protector . Aquí, mi viejo. ¡Ah! ya sabía yo que tocabais «El pequeño labrador de cabellos rubios». No hay aire más hermoso.
Respondiendo sólo con una profunda inclinación de cabeza, obedeció Fray Miguel; bajó del camaranchón antes que el Padre Ambrosio, y despidiéndose de él atravesó los oscuros claustros, levemente iluminados por la luz de las estrellas y por una lamparilla que ardía ante un crucifijo pendiente del muro, y se retiró a su celda, todo conmovido por los mil encontrados pensamientos, deseos y temores que combatían por la posesión de su alma.
¿Quién va? dijo desde dentro una voz bien conocida. Velázquez puso los labios sobre la cerradura y respondió en voz de falsete: Abre. ¿Quién es? preguntó Soledad. Antonio. Aguarda un momentito. Oyó el majo, con el corazón palpitante, el rechinar de una cama y el ruido de unos pies que se ponen en el suelo. Al instante se abrió la puerta. Pasa dijo Soledad con voz apagada. Velázquez obedeció.
Querido señor Domet le dijo , es usted demasiado encantador para que le devuelva tan pronto la libertad. Venga usted aquí, a mi lado, y cuénteme otra de esas historias tan interesantes que sabe usted. El excelente hombre obedeció con muy buena voluntad, aunque tenía por principio acostarse pronto y levantarse temprano.
6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 8 Por la fe, Abraham siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por heredad; y salió sin saber a dónde iba.
Esto es lo primero que hay que procurar. Si no quiere, buscaremos otro medio.» <tb> Aquel mismo día por la noche Cristeta mandó recado a don Quintín rogándole que fuese a verla. Obedeció el vejete, y hablaron largo y tendido. La sobrina dio encargos e instrucciones; el tío, por la cuenta que le tenía, prometió obedecer.
Las disculpas que en la ocasión del acto había conceptuado tan razonables, parecíanle ya vanas e impropias de una persona seria. Los móviles a que obedeció antojáronsele sin fundamento alguno, y su conciencia le arguyó poderosamente. No, no podía esperar a que su marido advirtiese la falta.
Herido y cojeando había llegado allí siguiéndola; ella, loca y llena de terror, huía de su hijo como una sombra. Allí murió; vino un desconocido que le mandó formase una pira, él obedeció maquinalmente y cuando volvió, se encontró con otro desconocido junto al cadaver del primero. ¡Qué mañana y qué noche fueron aquellas!
Palabra del Dia
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